Producir alimentos dentro de las ciudades implica mucho más que tener acceso a alimentos más sanos, ricos y naturales, sino que genera transformaciones en la persona que cultiva su huerta y en su entorno. Grandes ciudades como Rosario, hasta Londres, Nueva York, Chicago, Madrid entre tantas otras, promueven y multiplican huertas de uso comunitario en cada hueco sin utilizar.
Las huertas comunitarias son un instrumento innovador de sustentabilidad urbana, ya que sus beneficios son múltiples y transversales: mejoran paisajes, generan nuevos vínculos entre vecinos, fortalecen la identidad y vínculo con el barrio, fortalece valores en horticultores como responsabilidad, solidaridad, cooperación, perseverancia, compromiso y respeto.
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Asimismo, el cultivo urbano es un gran recurso para que los habitantes de las ciudades puedan vivenciar experiencias acerca del entorno natural y rural, entender las relaciones que tienen con él, y poner en práctica actitudes y hábitos de cuidado y responsabilidad ambiental. Por eso, más que una tendencia, la cultura de producción de alimentos en las ciudades es una necesidad, que les proponemos experimentar y comprobar.
La importancia de promover el desarrollo de huertas comunitarias
• Autoabastecimiento de alimentos: Tener una huerta es una manera de obtener alimentos frescos, de calidad y variados. La huerta incluso puede ser un medio para generar ahorro en las familias
• Alimentación sana: La huerta nos invita a incorporar costumbres más sanas y alimentarnos mejor. A tomar conciencia de los nutrientes que ingerimos, a dejar de incorporar químicos – como insecticidas y fertilizantes- cuidando nuestra salud y la de nuestra familia. Además, al tener conocimiento de la cantidad recursos naturales que utiliza cada cultivo para su desarrollo, los tiempos y el esfuerzo que requiere para crecer, adquirimos mayor conciencia y valoración de cada alimento. La huerta puede mejorar la calidad física y psicológica de los horticultores.
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Cuidado del ambiente
- Armar huertas es una forma de crear nuevos espacios verdes, cuidados y valorados por sus horticultores y vecinos.
- La huerta favorece a la biodiversidad del ecosistema en el que se instala, ya que a ella se acercan especies diversas como insectos y aves.
- La producción orgánica de alimentos no utiliza pesticidas ni fertilizantes químicos. Estos contaminan la tierra y emiten gases de efecto invernadero que contribuye al cambio climático.
- Los productos de la huerta tienen menor huella de carbono que los comprados, ya que se evita el uso de combustible para su traslado y no se utilizan embalajes, como bandejas y bolsas de plásticos, para comercializarlos.
Por Natalia Giuoggioloni para Valeria Churba. Agricultura urbana. http://valeriachurba.com.ar/
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