Distintos estudios científicos demuestran que con una eficiente planificación, diseño e implementación, la forestación urbana proporciona un amplio rango de beneficios a los residentes urbanos. Esto incluye un ambiente más placentero, saludable y confortable para vivir, trabajar y recrearse; ahorros en los costos de suministro de un amplio rango de servicios urbanos y mejoras sustanciales en el bienestar individual y comunitario.
Los programas de forestación urbana deberían considerar y enfocarse sobre cómo la vegetación de la ciudad puede satisfacer mejor las necesidades de la gente.
Mediante la evaporación del agua, la reducción de la velocidad del viento, la sombra que brindar a grandes superficies y la modificación del almacenamiento e intercambio de calor entre superficies urbanas, los árboles afectan al clima local y consecuentemente a la utilización de la energía en edificios; contribuyendo al confort térmico humano y a la calidad del aire.
Reducción de las necesidades de energía para calentar y enfriar edificios (con un balance positivo referido a los costos), sombreando edificios en verano, y reduciendo en esta estación las temperaturas del aire y bloqueando los vientos del invierno. Una estrategia apropiada de forestación urbana, se puede traducir en cerca de un 4% de ahorro promedio respecto al consumo de energía.
Al alterar el uso de energía en los edificios, también en las plantas generadoras de energía eléctrica serán alteradas las emisiones de contaminantes atmosféricos y de CO2 (gas que produce efecto invernadero). Los árboles urbanos, también pueden reducir el CO2 atmosférico almacenando directamente carbón (del CO2) en su biomasa, en tanto el árbol crece.
Los árboles influencian la calidad del aire, alterando el micro-clima, el uso de energía en edificios y, en consecuencia, las emisiones de las plantas proveedoras de energía, removiendo contaminación del aire y emitiendo compuestos orgánicos volátiles que pueden contribuir a la formación de ozono. El efecto acumulativo de estos cuatro factores determina el impacto global de la forestación urbana sobre la contaminación del aire.
Al interceptar, retener o disminuir el flujo de la precipitación pluvial que llega a la superficie, los árboles urbanos (conjuntamente con los suelos) pueden jugar una importante función en los procesos hidrológicos urbanos, que se traduce en una reducción significativa de la velocidad y el volumen de la cantidad de agua en mm ocasionada por las lluvias. Para optimizar estos beneficios hidrológicos, la cubierta arbórea debe ser incrementada donde es menor y en donde hay extensas superficies de suelo impenetrables, ya que cantidad de agua en mm ocasionada por las lluvias hace un embudo en las cañerías, drena los estanques y otras estructuras que tienen una capacidad limitada para manejar los picos de agua durante una tormenta.
Las hojas y las ramas reducen el sonido transmitido, dispersándolo mientras el suelo lo absorbe. Para una reducción óptima del ruido, los árboles deberían ser plantados cerca del origen del ruido y no cerca del área receptora. El ocultamiento de ruidos por los pájaros o el movimiento de las hojas, contribuyen a que las personas filtren ruidos indeseables.
La presencia de árboles y bosques urbanos contribuyen a una mejor calidad vida para los residentes de las ciudades
La disminución del estrés y el mejoramiento de la salud física de los residentes urbanos han estado asociados con la presencia de árboles y bosques urbanos. Los estudios han demostrado que los paisajes con árboles y otra vegetación, producen estados fisiológicos más distendidos en los humanos, que los paisajes que carecen de estas características naturales.
Ha sido demostrado comparativamente que los pacientes hospitalizados con vistas de árboles desde las ventanas, se recuperan significativamente más rápido que los pacientes sin esas vistas. Los ambientes de bosques urbanos dan mayor sentido a la relación significativa entre la gente y el medio natural, y proveen entornos estéticos que aumentan la satisfacción de la vida diaria.
Los parques y corredores verdes han estado asociados con el incremento en el valor de las propiedades residenciales que están cercanas a ellos.
Los esfuerzos sustanciales que muchas comunidades hacen para desarrollar y aplicar ordenanzas locales sobre árboles y manejar su recurso forestal urbano, dan prueba de los ingresos sustanciales que esperan de estas inversiones.
La participación activa en los programas de plantación de árboles, ha demostrado que enriquece el sentido comunitario de identidad social, autoestima y territorialidad; y ello enseña a los residentes que pueden trabajar juntos para escoger y controlar la condición de su ambiente. Los programas comunitarios de plantación de árboles pueden ayudar a aliviar algunas de las dificultades de vivir dentro de la ciudad, especialmente para los grupos de bajos ingresos.
Se puede programar la plantación de árboles frutales, que pueden ser usados en los planes para dar trabajo en la forestación, cuidado durante el crecimiento y cosecha de los frutos.
La recolección de esos frutos pueden ser usados como fuente de alimentación e ingresos como la producción de mermeladas y jaleas a través de cooperativas de trabajo.
Por: Doctor Claudio Santamaría. Rector del Instituto Superior de Ciencias de la Salud.
Utilizamos cookies de terceros para mostrar publicidad relacionada con tus preferencias. Si continúas navegando consideramos que acepta el uso de cookies. Puede obtener más información en:
Politica de Privacidad