Noruega implementó en los últimos años un sistema para reciclar botellas de plástico que está resultando muy exitoso. Consiste en dos sencillos pasos que implican un gasto y luego una retribución.
- El planteo es muy simple: cada vez que una persona compra un refresco, paga una corona más por el recipiente.
- Si deposita luego el envase vacío en una máquina especialmente diseñada para ello que se encuentra en numerosas tiendas de la ciudad, recupera el dinero.
Ahora bien, de todas las botellas que se recogen con este sistema, solo algunas (las que se emplean en las industrias de refrescos nacionales y que se fabrican con un grosor mayor) son reutilizadas; el resto (latas y botellas de PET convencional), son aplastadas y enviadas a centros de reciclaje.
Este sistema de este modo reduce la necesidad de fabricar nuevos plásticos
Una botella puede reciclarse más de una vez. De hecho se puede reciclar doce veces. En Noruega se separan las botellas por colores: las transparentes sirven para hacer botellas nuevas mientras que las de colores se utilizan para crear nuevos plásticos.
¿Quién paga por todo esto? Las compañías de bebidas. Es voluntario, pero si lo hacen, pagan menos impuestos.
Noruega asegura que este método es el más eficiente en términos económicos para resolver la situación.