Los suecos encontraron una solución al problema de la acumulación de residuos que no solo les permite deshacerse de ellos sino que además les brinda una cantidad extra de recursos energéticos.
Cada día, unos 300 camiones llegan a una planta fuera de la ciudad de Gotemburgo, en la costa oeste de Suecia. Llevan toneladas de la basura que fueron generando los hogares de esa ciudad en el día anterior. Pero no están ahí para volcar la carga en un vertedero. En su lugar, la entregan a los hornos especiales de la planta, que la queman y proporcionan así calor a miles de viviendas locales.
Para ello, comenzaron a hacer uso de las plantas WTE (Waste-to-Energy), de basura a energía, son que permite la generación de energía a través de los gases emitidos durante el proceso de incineración de una gran cantidad de residuos que normalmente serían descartados.
El sistema funciona primero seleccionando todo aquello que se puede reciclar, vidrio, papel, metales, materia orgánica y el resto va a parar a unas plantas procesadoras llamadas WTE.
“El único combustible que utilizamos es de residuos”, dice Christian Löwhagen, portavoz de Renova, la empresa de energía de propiedad del gobierno local encargada de operar la planta. “Proporcionamos un tercio del calor para los hogares en esta región.” En toda Suecia, 950.000 hogares se calientan por este tratamiento que recibe la basura; este recurso humilde también suministra electricidad a 260.000 hogares en todo el país, según las estadísticas de Avfall Sverige, la asociación nacional de gestión de residuos de Suecia.
Más del 99 por ciento de todos los residuos domésticos se recicla de una manera u otra. Esto significa que el país ha pasado por una especie de revolución de reciclaje en las últimas décadas, teniendo en cuenta que sólo el 38 por ciento de los residuos domésticos era reciclado en 1975.
Hoy en día, las estaciones de reciclaje están, por regla general, no más de 300 metros de cualquier zona residencial. La mayoría de los suecos se separan todos los residuos reciclables en sus casas y lo depositan en contenedores especiales en su bloque de pisos o lo entregan en un centro de reciclaje.
Weine Wiqvist, director general de Avfall Sverige, piensa que todavía los suecos pueden hacer más, teniendo en cuenta que aproximadamente la mitad de todos los residuos domésticos se quema, es decir, es reconvertido en energía.
Aquí está el problema: los suecos (así como los alemanes, daneses, holandeses y belgas) se han vuelto tan bueno en el reciclaje que ya no hay suficiente basura para satisfacer las necesidades de las plantas de calefacción. Suecia ahora tiene que importar la basura que la mayoría de los otros países está tratando de sacarse de encima, unas 800.000 toneladas en 2014, frente a 550.000 toneladas en 2010, de acuerdo con Avfall Sverige.
El año pasado Renova trajo 100.000 toneladas de basura extranjera, sobre todo de Gran Bretaña, además de las 435.000 toneladas suministrados por los municipios suecos. En Estocolmo, el proveedor de energía Fortum también importa la basura, y en la sureña ciudad de Malmö, la empresa de energía Sysav trajo 135.000 toneladas de residuos procedentes de Noruega y Gran Bretaña el año pasado, según el director de comunicaciones de la compañía, Gunilla Carlsson. Eso es un salto de casi el 100 por ciento respecto al año anterior.
Mientras tanto, en los hogares suecos se siguen separando los periódicos, plásticos, metales, vidrios, aparatos eléctricos, bombillas y pilas. Muchos municipios también animan a los consumidores a separar los residuos de alimentos. Y todo esto se reutiliza, recicla o composta.
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