Científicos demuestran que la educación violenta destroza la vida de los hijos

Los padres demasiado severos y agresivos pueden afectar la toma de decisiones de los niños y dañar su autoestima de forma contundente.

Todos los padres quieren dar a sus hijos la mejor oportunidad en la vida. Pero una nueva investigación sugiere que la crianza excesivamente agresiva y dura es muy contraproducente, ya que daña su autoestima y hace los niños sean más susceptibles a la presión de los compañeros.  Además, hace que tengan más probabilidades de que les vaya mal en la escuela o inclusive a que abandonen los estudios.

La investigación, publicar la Society for Research in Child Development en Science Daily, siguió a casi 1.500 adolescentes que crecieron en Maryland. El estudio demostró que los niños cuyos padres gritaban regularmente o los amenazaban con castigos agresivos eran más propensos a abandonar la escuela secundaria o la universidad que sus pares, independientemente de las calificaciones que recibían.

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Esos chicos también eran más propensos a participar en actividades riesgosas para su integridad física o emocional, como iniciarse sexualmente muy temprano, agredir y golpearse con compañeros e inclusive robar.

Algunos estudios anteriores ya habían demostrado que los niños que crecen en ambientes severos tienen mayores tasas de deserción escolar, por lo que esta nueva investigación tuvo como objetivo descubrir por qué sucede esto. Para eso, se decidió observar durante nueve años a un grupo de chicos comenzando cuando estos estaban en séptimo grado.

Los resultados sugieren que no es tanto un problema con la escuela en sí, sino que el hecho de que los niños con padres agresivos son más propensos a darle prioridad a las relaciones con sus amigos y a tener comportamientos que les hacen sentir bien a corto plazo, en lugar de centrarse en una meta a futuro.

La idea que subyace básicamente en el inicio de esta actitud es tratar de evitar las tareas impuestas o romper las reglas de sus padres para poder ir a pasar un rato con un amigo.

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“En nuestro estudio vimos cómo la crianza de los hijos está relacionada con los niveles educativos a través de un conjunto de complejos procesos en cascada que enfatizaban los comportamientos”, destacó la investigadora Rochelle F. Hentges de la Universidad de Pittsburgh.

Las situaciones violentas o de gran severidad de los padres hacia sus hijos terminan “orientado a los niños a obtener satisfacciones inmediatas en vez de concentarse en objetivos educativos orientados al futuro”

“Creemos que nuestro estudio es el primero en utilizar las historias de vida de los niños como un marco para examinar cómo la crianza afecta los resultados educativos de los niños a través de las relaciones con los compañeros, el comportamiento sexual y la delincuencia”, precisaron los investigadores.

“Este estudio no significa que podamos decir con seguridad que la crianza de los hijos está causando que los niños abandonen la escuela, porque la correlación no es igual a la causalidad. Pero las consecuencias y el daño están comprobados”, destacó la investigadora.

Pero este estudio comienza a llenar el cuadro más amplio de cómo los padres demasiado agresivos pueden afectar la toma de decisiones de los niños. Los investigadores tuvieron cuidado de controlar factores que pudieran influir en los resultados educativos, tales como antecedentes socioeconómicos, puntajes de exámenes estandarizados y promedio de calificaciones.

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Para obtener este conocimiento, el equipo utilizó datos del Estudio de Desarrollo de Adolescentes de Maryland, el cual siguió a 1.482 estudiantes que vivían cerca de Washington DC desde el séptimo grado, cuando tenían alrededor de 12 años, hasta tres años después de su graduación esperada, a los 21.

Los investigadores les solicitaron a los estudiantes que informaran regularmente sobre si había agresión física o verbal de sus padres hacia ellos, sobre la interacción con sus compañeros, si habían estado en peleas o si habían tenido algún tipo de proximidad sexual con alguien.

En busca de patrones en los datos, el equipo encontró que los padres severos -aquellos que recurren a los gritos, inclusive llegando a golpear o que se basan en comportamientos coercitivos tales como amenazas verbales o físicas- estaban asociados a niños que dependen más de su grupo de pares.

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Descubrieron los investigadores que este tipo de estudiantes eran más propensos a decir que sus amigos eran más importantes que cualquiera de sus otras responsabilidades, incluyendo las reglas impuestas por padres o el trabajo escolar.

A la edad de 14 años, este grupo tenía un porcentaje alto de niñas que se iniciaban sexualmente y de varones que comenzaban a tener conductas delictivas.

A su vez, todos estos comportamientos se asociaron con un bajo rendimiento educativo, concluyendo inclusive en el abandono tajante de la actividad educativa, algunos a poco tiempo de empezar la universidad y otros directamente no terminaron la escuela, sin importar qué tan bien les iba, cuáles eran sus calificaciones o el nivel de educación de sus propios padres.

“Los jóvenes cuyas necesidades no son satisfechas por sus principales figuras de apego pueden buscar la validación en sus compañeros”, explicó Hentges.

Hentges explicó que estos resultados reflejan teorías evolutivas que sugieren que los ambientes ásperos hacen la supervivencia incierta, así que los niños que crecen en ellos se centrarán en recompensas inmediatas por encima de las metas a largo plazo.

Tras el trabajo realizado, el equipo de investigadores espera que este pueda conducir a mejores programas de intervención, y también a animar a los profesores a hacer la escuela más atractiva desde una perspectiva a corto plazo, en lugar de centrarse en el panorama general de graduarse y conseguir un trabajo o seguir estudiando.

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