Los teóricos de la educación más ortodoxos podrían sufrir un colapso nervioso si es que escuchan de golpe y sin estar preparados cuáles son las técnicas y conceptos que están poniendo en práctica las escuelas en Finlandia.
Pero sin embargo, no podrán negar que en ese país parecen haber encontrado el secreto para que la educación sea realmente eficiente. Y aunque su modelo ha demostrado ser un éxito, como lo prueba el estudio internacional PISA, el país no deja de innovar en su sistema educativo.
Hoy en día, los niños finlandeses comienzan su educación formal a los 7 años, van a la escuela menos horas y sus vacaciones son más largas, tienen muy pocas tareas para hacer en el hogar y no hacen exámenes.
La transformación constante
Tal como explica un artículo de la BBC, hace un año todos los centros de enseñanza del país nórdico introdujeron el método conocido como phenomenon learning, mediante el que las materias tradicionales son desplazadas por proyectos temáticos en los que los alumnos se apropian del proceso de aprendizaje.
Una de las claves de los cambios ha sido hacer un uso innovador de la tecnología y de fuentes fuera de la escuela. El objetivo de esta forma de enseñanza -conocida en inglés como project o phenomenon-based learning (PBL)- es equipar a los niños con las habilidades que necesitan para desarrollarse en el siglo XXI. Así lo explica Kirsti Lonka, profesora de psicología educativa en la Universidad de Helsinki.
“Tradicionalmente la enseñanza se ha definido como una lista de materias y datos que uno debe adquirir -por ejemplo la aritmética o la gramática- con un poco de decoración alrededor, como clases de cívica. Pero en la vida real nuestro cerebro no está dividido en disciplinas; pensamos de manera muy holística”, dice Lonka.
La reforma también es arquitectónica
Parte de las reformas vienen impuestas por la adaptación a la era digital, en la que los niños ya no dependen de los libros para aprender. Pero tampoco de las aulas, al menos no como las conocemos ahora.
Es que un proyecto integral como Phenomenon Learning es una apuesta global que transforma no solo las maneras de enseñar sino los espacios de la escuela, ya que permite trabajar de manera interdisciplinar entre alumnos de edades diferentes.
Si algo podría definir a este nuevo concepto es la flexibilidad, y las aulas se suman a esa tendencia. Los tradicionales salones cerrados se transforman en espacios multimodales, que se enlazan unos con otros mediante paredes de cristal y divisiones movibles. El mobiliario es ajustable e incluye sofás y pufs.
“No hay una clara división o distinción entre los espacios de pasillo y las clases”, dice Reino Tapaninen, jefe de arquitectos de la Agencia Nacional de Educación de Finlandia.
De este modo, explica, los profesores y los estudiantes pueden elegir el espacio más adecuado para llevar a cabo un trabajo o un proyecto en función de si es individual, en equipo o en grupos más grandes.
“Deben usarse otros espacios, como salir a la naturaleza, visitar museos o empresas”, dice Tapaninen. Y agrega “La tecnología juega un creciente y significante rol en las rutinas diarias de la escuela, permitiendo a los alumnos involucrarse más fácilmente en el desarrollo y selección de su propio ambiente”.
Pero no todos lo ven maravilloso
Claro que también han aparecido los detractores de este sistema educativo. Algunos, como el maestro de Física Jussi Tanhuanpaa, sospecha que todos estos cambios impidan a los niños llegar a profundizar lo sobre un tema como para permitir que lo estudien a un nivel superior.
Por otro lado, es posible que este modo de enseñanza termine amplificando la brecha entre los alumnos más avanzados y los que no lo están tanto.
“Esta manera de enseñar es genial para los chicos más brillantes que entienden qué conocimientos se deben llevar de un experimento. Les da la libertad de aprender a su propio ritmo y de tomar el siguiente paso cuando están listos. Pero esto no es así para los niños que tienen menos capacidad de entender y que necesitan más asistencia” comenta.