Es una “jugada” arriesgada, pero por otro lado impone una abrumadora toma de conciencia. Invita a pensar, lo exige. Para alumbrar una parte de la infancia generalmente invisible, Unicef hizo un experimento desolador, que nos estrella contra una sociedad llena de prejuicios y de temores que nos vuelven insensibles, cuando no crueles.
El objetivo de Unicef fue generar conciencia sobre la dura realidad a la que se enfrentan cada día millones de niños que viven en la pobreza en el mundo, y que lamentablemente son invisibles a los ojos de los demás.
“¿Qué harías si ves a una niña sola en la calle?”, preguntan. A priori, en abstracto, todos responderíamos que intentaríamos ayudar, buscaríamos a sus padres, llamaríamos a la policía, etc. Pero no es lo que ocurre, en general, cuando el niño o niña que está solo es humilde, o está mal vestido, o sucio. Así lo muestra este desolador experimento de Unicef, que revela sin eufemismos que la actitud de los adultos cambia dependiendo del aspecto que tenga la niña.
Por supuesto que el tema es complejo y que hay muchos argumentos detrás de estas actitudes personales, y que detrás de muchos niños humildes hay adultos cerca que los usan para mendigar y otras cuestiones que duelen e indignan. Pero la realidad es que más allá de cualquier análisis hay una realidad terriblemente dura: hay un niño solo y una sociedad que no lo ve.
Los resultados del experimento “no han sido muy esperanzadores”, señala Unicef. Lo que hicieron fue evaluar qué pasaba con una actriz de 6 años, llamada Anano, dejándola sola en la calle. Cuando fue caracterizada como una niña de “buenos recursos”, bien vestida y aseada, la gente al verla sola se le acercó para ayudarla, creyendo que estaba perdida. Pero cuando la nena deambulaba por la calle con la cara y el pelo sucios y vestida con harapos, fue rechazada, invisibilizada y hasta sospechada de males varios: más de uno apretó su cartera pensando que le iba a robar.
Esta desigualdad evidente e injusta para millones de niños que se enfrentan a una vida de pobreza y de falta de oportunidades es algo que debemos hacer consciente para “desnaturalizarlo” y cambiar. Cada gesto diferente alivia el dolor y empieza a cambiar la historia.