Yuval Noah Harari es, sin duda, uno de los pensadores más valiosos del Siglo XXI, autor de obras que vendieron millones de ejemplares en todo el mundo como “Sapiens” (“De animales a dioses” en su versión en español, subtitulada como “Breve historia de la humanidad”), “Homo Deus” (“Breve historia del futuro) y 21 lecciones para el Siglo XXI y respetado por la mayoría de los principales líderes del globo.
Este brillante historiador y escritor joven de apenas 44 años, es capaz de hacer sencillos los análisis más complejos, de evitar caer en el dogmatismo o la soberbia y de proponer debates abiertos y amplios, invitando siempre a pensar en profundidad.
Ante la pandemia, Harari vuelve a plantear que nada está escrito.
Hay muchas opciones para enfrentar la grave emergencia y todo depende de cuáles sean las que elijamos, porque esas decisiones cambiarán al mundo por años e incluso por décadas
En este punto fue terminante:
“Si a alguien se le ocurre una teoría conspirativa sobre el origen y la propagación del coronavirus, hay que pedirle que explique qué es un virus y cómo causa la enfermedad. Si la persona no tiene ninguna idea, significa que no tiene ningún conocimiento científico básico. No se necesita un doctorado en biología”
Al poner énfasis en el riesgo del autoritarismo, planteó que es indispensable el control de los gobiernos. Esta frase es muy significativa:
Destacó que, por la pandemia, los gobiernos están gastando mucho en paquetes de ayuda y remarcó la necesidad de que rindan cuentas del destino de esas enormes sumas. “Como ciudadano, quiero saber quién toma las decisiones y a dónde va el dinero”.
Si logramos hacer esto, construiríamos un legado de solidaridad, confianza y cooperación que nos ayudaría a combatir con muchas otras crisis en el futuro. Pero si termina predominando una competición egoísta y nacionalista, esto dejaría un legado tóxico, algo que podría afectar a las relaciones internacionales muchos años.
En los últimos años el poder de los organismos internacionales como Naciones Unidas fue debilitado por el crecimiento de políticas aislacionistas y populistas, y muchos países que antes eran los principales pilares del multilateralismo y el orden internacional, especialmente Estados Unidos y Gran Bretaña, renunciaron a ese papel.
Ahora estamos pagando el precio. Es de esperar que la gente se dé cuenta con la crisis del error que hemos cometido al debilitar la solidaridad y cooperación internacional.
La pandemia y la crisis económica puede tener consecuencias devastadoras para los trabajadores y la peor de las crisis se sufrirá en los países pobres de: América del Sur, África y el Sudeste Asiático.
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