Yohana Mercado, una joven cordobesa de 23 años, apareció por primera vez en los medios a los 12 años, cuando se convirtió en abanderada en la escuela a la que concurría pese a que ella y sus hermanos vivían bajo el puente Maipú, en la ciudad de Córdoba, Argentina.
Hoy, aunque parezca una historia de ribetes cinematográficos, la realidad muestra que la joven estudia Derecho en la Universidad Nacional de Córdoba (UNC), está embarazada de cinco meses y trabaja en Tribunales de esa ciudad.
“Yo nunca me vi como un ejemplo. Hice lo que tenía que hacer, que era estudiar. Siempre el estudio me llevó para un lado muy hermoso, de libertad, de paz. Iba al colegio todos los días, aunque tenía que caminar mucho, pero hacía eso con alegría y estaba contenta de ir a la escuela”. Así recuerda, hoy, Yohana Mercado lo que fueron sus minutos de fama cuando su historia se multiplicó en los diarios y la televisión hace más de una década.
“Entonces yo no tomaba dimensión de lo que mi historia generaba en los otros. Lo vivía de una manera rara; no sabía bien qué decir”, cuenta Yohana. La suya es una de aquellas historias que confirman que es posible desafiar un destino que puede parecer marcado.
La infancia (no tan) lejana
Tal como describe el diario La Voz, Yohana cuenta sus dramas de infancia como una experiencia más de vida. Recuerda el temor de no saber si amanecerían al día siguiente porque la crecida del río les podía arrebatar la existencia o las pocas pertenencias con las que subsistía la familia.
La pobreza extrema, y los sucesivos desalojos, los habían expulsado a ese espacio hostil y peligroso, donde los Mercado improvisaron un hogar. Por entonces, el padre se ganaba la vida como lustrabotas.
Para ir al colegio, Yohana caminaba 30 cuadras de ida y 30 de vuelta cada día, con dos zapatillas del mismo pie y los útiles en una bolsa de plástico. Cuando llovía se sacaba el calzado para protegerlo de la lluvia. Llegaba impecable a la escuela, con el pelo negro siempre brillante, lavado en el agua fría del río. Hacía la tarea sobre un cajón de manzanas y sus maestras no sospechaban que dormía a la intemperie.
La vida hoy
“En el estudio encontré paz y libertad. Al principio pensé que era normal lo que me pasaba [vivir en la calle] y que le sucedía a todos los niños. Mi familia pasaba por un mal momento, estudiar me ayudaba; ir al colegio, también. Eso me hacía olvidar lo que pasaba en casa. A veces no comía, pero necesitaba leer”, contó la joven.
Consultada sobre su situación familiar actual, Mercado señaló: “Mis hermanas siguen en contacto conmigo, en un tiempo me hice cargo de ellas y tuve que cumplir un rol de padre y madre. Mis hermanas están en institutos de menores pero estoy con ellas siempre”.
La estudiante contó sus anhelos profesionales y personales y dijo no guardar rencor a sus padres: “El ejemplo que me dieron mis padres fue un ejemplo por oposición. No quisiera que mi hijo pase necesidades. Mi sueño es recibirme de abogada y dedicarme a lo penal juvenil y ser una muy buena mamá. Estudio y trabajo y, a veces, no me doy cuenta de todo lo que hice”, manifestó.