Una mañana soleada y calurosa, próxima a la última Navidad, un grupo de jóvenes, en el marco de un picnic en Parque Avellaneda, debate sobre el consumo desmedido durante la Fiestas. Se habla de acceso a la información y facilidades para comprar regalos más responsables. Se discute acerca de la necesidad de conocer más talleres sociales, libres de trabajo esclavo e infantil que permitan que ese mercado más limpio crezca. Se sueña con un shopping sustentable, con una marca en conjunto, con sumar emprendedores y colaboradores que también aspiren a generar un cambio en la industrial textil. Todos ellos, que se reúnen voluntariamente cada mes, conforman Ropa Limpia Argentina, un colectivo que se propone desnaturalizar el hecho de que la mano de obra para la confección sea un costo que se pueda evitar o reducir, perdiendo de vista no solo los derechos del trabajador, sino los más básicos derechos humanos.
El 27 de abril de 2015, en el incendio de un taller clandestino en la Ciudad de Buenos Aires, murieron dos hermanos: Rodrigo de 10 años y Rolando de 5. La Fundación Alameda -ONG que trabaja contra la trata de personas, el trabajo esclavo y la explotación infantil, que cuenta con un taller y marca propia- ya había denunciado a aquel taller, como a tantos otros. No había sido el primer incendio, pero algo diferente sucedió esta vez: “Mucha gente empezó a llamar expresando su indignación con el caso y pidiendo información respecto de las marcas que producían en talleres legales para comenzar a consumir en forma más responsable. Fueron decenas de llamados en un par de días”, relata Tamara Rosenberg, Responsable en la Cooperativa La Alameda.
Ropa Limpia Ar trabaja para concientizar a toda la cadena de valor y convertirse en un nexo para facilitar esta transformación
Frente a semejante demanda, Rosenberg les propuso a las marcas que confeccionan en la cooperativa y a otras cooperativas que garantizaban condiciones dignas de trabajo, llevar a cabo un desfile de marcas “limpias” –que, finalmente, se realizó el 13 de junio del año pasado- con el objetivo de visibilizar la problemática y aportar posibles soluciones, “desde un lugar propositivo y sumamente colaborativo”, completa la integrante de La Alameda. La repercusión fue tan grande que decidieron darle continuidad a la iniciativa conformando la red de Ropa Limpia Argentina.
“Esta red se propone crear consciencia en todos los eslabones de la industria textil. Contagiar, lograr que otras marcas vean que se pueden hacer las cosas bien y crecer de todas formas. Practicar la empatía, la solidaridad, concientizar sobre el cuidado del medio ambiente y el respeto por los derechos humanos desde la primera infancia. Y, por último, lograr que haya una ley de auditoría de marcas”, enumera Laura Méndez, diseñadora de indumentaria, fundadora de la marca Clara A, quien en 2012 acudió a La Alameda preocupada por una breve pero traumática experiencia laboral en una fábrica. “Ahí vi condiciones de seguridad nulas, costureros en un cuarto sin ventilación y prácticamente amontonados, maltrato verbal y psicológico, entre otras situaciones. Permanecí solo 15 días en ese trabajo. Me impresioné tanto que entendí que algo tenía que hacer”, expresa.
Ropa Limpia realiza múltiples actividades para generar consciencia sobre la incidencia de la industria textil en la trata de personas y el trabajo abusivo
Una sensación similar impulsa al resto de los integrantes de este colectivo que no solo está conformado por emprendedores textiles sino también por colaboradores y consumidores, todos voluntarios. “Ropa Limpia Argentina es la manera que encontramos de seguir fomentando la conciencia en los consumidores y a la vez ser parte de la creación de una lista de talleres de confección limpia para que cada vez más marcas se unan a la movida. Es, además, una manera de conectar con otros emprendedores con similares ideas y compromiso”, asume Nicolás Cludius, responsable de Onda Orgánica.
La misión en común es lograr “una industria textil más digna, limpia y responsable”. Esto significa que proliferen los talleres donde se priorice la inclusión, los derechos laborales y condiciones dignas de trabajo, y se erradiquen aquellos espacios ilegales donde predominan la explotación, el hacinamiento, el maltrato, jornadas interminables que, aunque cueste creerlo en pleno siglo veintiuno, terminan en esclavitud.
El día que Rodrigo (10) y Rolando (5) perdieron su vida en el marco del incendio de un taller clandestino en Flores, comenzó a gestarse Ropa Limpia
Se estima que son más de 3 mil talleres clandestinos en la Ciudad, con alrededor de 30 mil personas esclavizadas, y cientos de reconocidas marcas denunciadas. La gran mayoría de los damnificados son procedentes de Bolivia que llegan al país con la promesa de trabajo, alojamiento y comida. Y todo esto es posible, también, porque existe un mercado que consume. “Conozco excelentes personas que me dijeron alguna vez: ‘Sé que tal marca trabaja con talleres clandestinos, pero lo que hacen es tan lindo’. Esto es producto de una real falta de conocimiento de lo que sucede en un taller clandestino. Si ese consumidor llegara a internalizar que lo que relatamos no es una película y asumiera un rol protagónico en su poder de decisión de compra, todos los demás eslabones de la cadena ‘sucia’ se caerían y tendríamos una industria donde hacer las cosas bien sería el único camino”, asegura Laura Méndez.
“A todos los que conformamos Ropa Limpia Argentina nos une el mismo deseo, y para lograrlo debemos involucrar a todos los actores y eslabones de la industria. Desde el campo y la tecnología de nuevas fibras hasta el consumidor y fin de vida de los productos que se generan en la necesidad de vestirnos. El objetivo es ambicioso, lograr concientizar y hacer partícipes a todos ellos. Comenzamos muy de a poco convencidos de que cada pequeño logro es un paso en ese largo camino”, enfatiza Ileana Lacabanne, fundadora de Chunchino Eco Bebé.
La mañana se hace mediodía y el intercambio continúa: “Cómo se hace para llegar en forma masiva al público sin presupuesto para publicidad”. “Qué podemos hacer para que nos escuche más gente”. “Cómo logramos que más talleres responsables se sumen a la red”. Preguntas y más preguntas encuentran una misma respuesta en el trabajo colaborativo, en equipo, donde cada uno aporta con pasión a una causa que lo representa y convoca. Así, cada último jueves del mes, el debate se vuelve a generar y se profundiza con la certeza de haber dado un paso más y la promesa de seguir avanzando.
Fuente: Luciana Aghazarian. Periódico El Barrio Villa Pueyrredón
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