De todas las situaciones sociales indignas que la industria del vestido promueve, el trabajo infantil se ubica entre los peores.
Según los últimos datos publicados por la Organización Internacional del Trabajo (OIT), hay 168 millones de niños que sufren la esclavitud infantil lo que, según la propia OIT, priva a los más pequeños de su niñez y su correcto desarrollo mental, físico y social. Y, desgraciadamente, la industria de la moda es una de las máximas responsables de la creación de estos puestos de trabajo tan reprochables.
Y esto ocurre en muchísimos lugares del mundo. Desde el estado indio de Tamil Nadu, donde las niñas de las castas bajas son atraídas hacia la servidumbre con la promesa de mejores dotes, hasta las penosas condiciones en los campos de algodón de Uzbekistán, donde más de 2 millones de niños -algunos de los cuales apenas tienen 7 años- son forzados a trabajar durante 10 horas al día, dos o tres meses cada año.
Un grupo de educadores de niños en Nueva Zelanda quiere cambiar eso, sin embargo. Se trata de Child Labour Free, una nueva organización que trabajando en conjunto con UNICEF y Saatchi & Saatchi, busca ejercer el poder del consumidor para crear un mundo donde “los niños son libres para ser niños”.
Lo que han promovido es un primer sistema de acreditación y una marca de certificación que verifica que un producto se hizo sin emplear niños. Las marcas que pretendn acceder a colocar en sus prendas el sello de Child Labour Free (Trabajo sin explotación de niños) deben proporcionar información sobre fabricación, componentes y fuentes, junto con evidencia de que el trabajo infantil está ausente en sus cadenas de suministro, para ser evaluado por un auditor de Ernst & Young. A su vez, Child Labour Free evaluará entonces el informe, que puede incluir recomendaciones para inspecciones en el sitio si se considera necesario.
“De la misma manera que buscamos el sello ‘cruelty free’ en los productos de belleza y buscamos productos ‘orgánicos ‘ en nuestros supermercados, creemos que ‘Libre de trabajo infantil’ necesita convertirse en un estándar reconocido a nivel mundial”, afirma el director general y fundador de Child Labor Free Michelle Pratt.
Child Labour Free planea eventualmente expandirse más allá de las prendas de vestir para incluir textiles, muebles, juguetes, productos de limpieza, cuidado de la piel y otros consumibles.
Esta movida tiene además otros escenarios donde comienza a replicarse o donde ocurren acciones similares.
En Argentina por ejemplo, el Instituto Nacional de Tecnología Industrial (INTI) y la Fundación Pro Tejer acordaron impulsar juntos un sistema de etiquetas de “trazabilidad social”, como el que se usa en los Estados Unidos y en Europa, para combatir la informalidad y la violación sistemática de leyes laborales en los talleres de confección de indumentaria.
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