“Somos las vecinas de barrio de Antonia. Vivimos entre Palermo y el Abasto. Somos trabajadoras y sostenemos nuestros vínculos en el barrio con compromiso, sabiendo que los problemas económicos atraviesan a toda la sociedad y que necesitamos redes para cuidarnos entre todos.
Tenemos una enorme preocupación por nuestra vecina Antonia Santillan, de 76 años. Una mujer buena, que migró desde Santiago del Estero en busca de mejorar su situación familiar. Antonia vive con sus tres nietos tras la muerte de Carina, su única hija. Hoy está a cargo de ellos porque sus papás no asumen su responsabilidad como tales.
Antonia Santillán nació en el año 42 en la provincia de Santiago del Estero, en Clodomira, en una finca de nombre Tierra Muerta. Creció plantando alfalfa, maíz, algodón, y migró a Buenos Aires en 1960, buscando nuevos horizontes laborales y económicos.
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Aquí conoció al padre de su única hija y, en el año 82, nació Carina Saavedra. Después de un abandono doloroso, Antonia se ocupó de lo único que supo hacer de niña: trabajar. Y lo hizo limpiando hogares, una trabajadora del hogar, y así creció Carina, acompañando a su madre.
Al nacer, Carina fue diagnosticada con una leve discapacidad mental, con cuadros de convulsiones. Intentaron hacer tratamientos psicológicos pero fracasaron. No pudo con la educación formal y abandonó el secundario en primer año. Pero trabajó y se destacó en tareas como delivery, atendiendo una verdulería y un puesto de diario.
La suerte no tocó la casa de Antonia y Carina. Trabajaron siempre para comer y vivieron humildemente. No tuvieron acceso a una vivienda, siempre alquilaron. Y, en ese recorrido, una persona con discapacidad mental se vinculó con quienes pudo y así tuvo a sus hijos: Guadalupe, Marianela y Oriel.
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Los años que vivió Carina con sus hijos fueron difíciles. Tres parejas, tres hijos y una vida llena de dificultades económicas. Guadalupe nació cuando Carina tenía 19 años. Marianela es hija de una relación breve pero atravesada por la violencia de género y el consumo de drogas. La situación llegó al punto de quedar expulsados y vivieron en la calle. Antonia buscó un hotel y sacó un préstamo en el banco para alquilar un departamento para su hija y sus nietas. Luego vino Oriel, también hijo de una persona ausente.
En 2014 Carina fue diagnosticada de cáncer y el 20 de marzo de 2015 falleció en el hospital Ramos Mejía. Tenía 32 años. Ese año Antonia se jubiló y asumió la responsabilidad de buscar a los padres de los niños y el cuidado de ellos. Tuvo pánico, terror y llantos, quebrada por la situación emocional y económica. Pero su fortaleza fue enorme, porque actualmente vive con Guadalupe de 16 años, Marianela 10 años y Oriel de 8 años. Guadalupe en las vacaciones trabaja como niñera y estudia en la escuela Normal 1; los otros dos niños están en la escuela Bernardino Rivadavia, conforman una familia y tienen la obra social de PAMI.
Antonia, como adulta mayor, tiene artrosis, gastritis, asma. Teme morir y que sus nietos, todos niños, queden sin protección de un hogar, que se los deseche y separe, que no puedan completar sus estudios.
Alquilan porque la directora de la escuela de los niños puso la garantía, comen porque las vecinas colaboran y cooperan. Y así todos tendemos lazos de solidaridad para esta familia. Pero no podemos solventar un techo ni asegurar una ayuda sistemática. Necesitamos de todas para hacerlo
Escribimos porque estamos agotando las posibilidades de ayuda del Estado, porque no encontramos más respuesta que nuestra sociedad solidaria con los más necesitados. Antonia necesita una casa para habitar y acceder a un préstamo o crédito de vivienda que pueda pagar.
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Hace tiempo ya el Gobierno de la Ciudad tiene conocimiento de estas situaciones, y también el Estado nacional fue informado y no tuvo respuesta.
Como sociedad, no nos da lo mismo que tres hermanitos queden desprotegidos
Nosotros, desde la escuela, desde las vecinas y amigas de Antonia hacemos e hicimos mucho para que estén bien, pero sabemos que toda nuestra sociedad desea un techo para Antonia, Guadalupe, Marianela y Oriel, y que todos coincidimos en que los niños merecen mejores oportunidades en la vida.
No nos da lo mismo vivir en el barrio sin ellos y queremos ayudar interpelando a quienes puedan dan una mano. Antonia quiere morir sabiendo que sus nietos no quedan desamparados y solos.
Si querés colaborar podés escribir a estos mail: