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El trabajo de 7.000 euros al mes que nadie quiere hacer

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Parece que aguantar el clima gélido de la Antártida es un suplicio que no se paga con dinero, o al menos no con 7.000 euros mensuales; por no mencionar la locura de los ciclos solares y la falta de contacto humano que caracterizan las estancias en el continente blanco. Según surge de la falta de aspirantes para una oferta de trabajo con un salario más que interesante, el frío, la soledad y la falta de luz (o el exceso) pesan más que las auroras boreales, los pingüinos y los miles de euros.

Aunque el sueldo es más que jugoso, la oferta de empleo para trabajar en la estación Concordia, ubicada en el Polo Sur, como parte de la expedición italiana Nº 32, sigue sin pretendientes. Tan es así que aún no puede arrancar.

La expedición que tendrá que esperar para poner el pie en la Antártida hasta que se cubran los 15 puestos ofertados por el Ministerio de Educación, Universidad e Investigación, entre los que destacan los perfiles especializados en medicina y tecnologías de la información, así como profesionales técnicos y electricistas.

El problema es que el plazo de la oferta termina en unos días (a fines de junio) y el proceso de selección está más congelado que el destino de la expedición. Ni crisis, ni desempleo mundial, ni pepinillos en vinagre; no hay guapo que quiera aguantarse día tras día el frío polar (el mes más cálido del año es de 0 grados) y se levante y se acueste con una sensación de soledad extrema (la Antártida tiene 14 millones de kilómetros cuadrados a repartir entre apenas 1.000 personas).

Un lugar muy hostil

Concordia es una estación europea de investigación en la Antártida, uno de los más remotos lugares del planeta. Está sobre una meseta a 3.200 metros del nivel del mar, un sitio de extremos, en donde la temperatura baja a -80°C en invierno, con un promedio anual de -50. Y confortables -30 en verano. Los vecinos más cercanos, en la estación rusa Vostok, está a 600 kilómetros.

Concordia, de hecho, se encuentra a 1.600 kilómetros del Polo Sur. El paisaje es un blanco imponente en un continuo de 1.000 kilómetros. La estación está parada sobre una masa de hielo de tres kilómetros de grosor. En invierno, no hay manera de recibir ayuda externa. Los residentes deben defenderse ante las dificultades.

El Sol no aparece en esa temporada y no se oculta en verano: cuatro meses de oscuridad natural. La altitud y la ubicación hacen delgado el aire y difícil respirar. Salir a trabajar al aire libre significa capas de ropa y poco tiempo afuera. Y hay que hacerlo todos los días.

Más información: ENEA

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