El miércoles 28 a las 16.45 horas, en el Cabildo de Buenos Aires, se presenta la iniciativa Argentina Conversa.
Ciudadanos autoconvocados invitan a quien quiera participar a conversar, escucharse, lograr acuerdos en los temas más básicos y construir, a partir de esos acuerdos, políticas de estado, reglas claras que no se modifiquen con cada cambio de gobierno o de personas.
¿Quien puede estar en contra de eso? ¿Por qué entonces es necesario y urgente convocar a una Conversación Nacional?
La Argentina lleva décadas atrapada en una serie de crisis que parece no tener fin
La pobreza excluye a amplios sectores de su población, que varía entre un tercio y un cuarto hace demasiado tiempo. La inflación, un gravísimo problema casi superado en el mundo, está naturalizada entre nosotros. Los cambios de rumbo políticos y económicos son una constante. La enorme incertidumbre que causan, también.
El clima social es de crispación y enfrentamiento. En lugar de indagar sobre el origen de los problemas parece mucho más sencillo encontrar a quien culpar por ellos.
En lugar de escuchar con respeto a quien piensa diferente, resulta más fácil pensarlo como enemigo
Buena parte de la dirigencia se maneja con esa lógica y construye así la polarización, el enfrentamiento entre “el bien y el mal”, la grieta que no deja espacio para “tibios”. A pesar de que los principales líderes de cada sector tengan pésima imagen en cerca de la mitad de la población, se nos dice que sólo queda optar por el mal menor.
Lo curioso es que ambos bandos gobernaron el país y ninguno de ellos puede mostrar haber resuelto los ya tristemente históricos dramas argentinos, pese a lo cual el recurso es atribuir la culpa (toda la culpa) al “otro”.
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En paralelo hay una cuestión clave, la que hace 27 años resumió Carlos Nino en el título de su magnífica obra, tristemente vigente: el nuestro es “Un país al margen de la Ley”. Decía también el gran jurista y filósofo que “la Argentina es uno de los pocos países del mundo en pronunciadas vías de subdesarrollo, …un caso notable de reversión fulminante de un desarrollo social y económico que ya se había alcanzado”.
Ningún país en el mundo logró altos niveles de calidad de vida para su población y buen funcionamiento de sus instituciones sin acuerdos sólidos y políticas de estado. Sin ellos no hay sociedad capaz de generar entre sus miembros -y mucho menos en quienes no lo son- la mínima confianza necesaria para invertir su tiempo y recursos en el país.
Hace unos meses, en la declaración inicial de Argentina Conversa, decíamos que el año electoral sólo puede potenciar las diferencias, ahondar los problemas y alejarnos de las soluciones y que el resultado de las elecciones, cualquiera que sea, no será suficiente
Hoy, por fortuna, son muchas las voces que reclaman escucharnos y conversar. Para encontrar así los acuerdos que precisamos con mucha urgencia y también porque la conversación en sí misma implica un cambio cultural, una herramienta para el encuentro.
El Cabildo de Buenos Aires, ese símbolo de la historia y las instituciones argentinas, nos espera el miércoles para empezar a hacerlo.
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