Ana Garrido Ramos era una docente que trabajaba desde hacía 20 años en el Ayuntamiento de Boadilla del Monte, en los alrededores de Madrid. Disfrutaba su trabajo que hacía a conciencia, tenía buena relación con sus compañeros, era valorada y su vida transcurría normalmente.
Esa vida se vio afectada cuando Ana advirtió graves irregularidades en el Municipio. Le pidieron que elaborase informes favorables a determinadas empresas que no correspondían y quisieron obligarla a hacer contrataciones directas sin concurso previo. Ella se negó y así comenzó su calvario.
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La acosaron, la desplazaron de su puesto y la persiguieron, pero nada le impidió insistir en que se respetaran las leyes y en negarse a participar de maniobra ilegal alguna. En silencio soportó las duras presiones, juntó las pruebas necesarias y en 2009 hizo la denuncia ante la Justicia.
Lo que Ana denunciaba eran delitos significativos pero no imaginaba la magnitud y extensión de la corrupción que gracias a ella empezó a investigarse
A partir de su denuncia y la de un Concejal de otro Municipio empezó a desnudarse un sistema corrupto que defraudó durante muchos años al estado español por sumas enormes en distintas ciudades. Más grave aún, se terminó probando la conexión directa entre el grupo empresario que era principal beneficiario de la gigantesca maniobra y el gobernante Partido Popular a través de varios de sus principales dirigentes.
Se estableció en el curso de la causa la existencia de la llamada contabilidad “B” que llevaba el ya tristemente célebre tesorero del PP Luis Bárcena y el destino dado a los sobornos pagados con sobreprecios de los contratos que solventaba el Estado.
El año pasado, tras nueve años de investigaciones y habiéndose dictado varias condenas judiciales, el Partido Popular fue desplazado del Gobierno por su participación en ese esquema de corrupción sistémica.
En octubre del mismo año 2018 Ana Garrido Ramos recibió el premio Transparencia Internacional, uno de los máximos galardones dados a quienes luchan contra la corrupción, dado por la prestigiosa entidad internacional del mismo nombre.
Así resumida parece una historia dura con un final feliz, pero las cosas nunca son tan simples; si hablamos de calvario es porque no resulta fácil encontrar palabras para describir lo que esta mujer, de enorme coraje y constancia ha padecido
Ana, lo dijimos, fue acosada y perseguida; fue amenazada reiteradamente y agredida. Intentaron sobornarla y desacreditarla en medios de difusión que se prestaron a ello. Muchos de quienes se decían sus amigos la abandonaron y repudiaron. Perdió su trabajo y aún hoy no logra reponerse de los enormes perjuicios económicos, físicos y emocionales que le causaron.
Hizo juicio y logró que el Ayuntamiento de Boadilla fuera condenado por los daños que le causó aunque el monto resultó insignificante en relación a lo que había sufrido y sigue padeciendo.
Sin embargo siguió adelante, nunca bajó los brazos y se ha convertido en una referente fundamental de la lucha contra la corrupción, en España y en el mundo. Hoy trabaja con empeño para que en su país se sancione un régimen de protección para testigos y denunciantes de actos de corrupción, para generar espacios seguros que permitan a cada ciudadano colaborar en esta lucha indispensable contra uno de los grandes males del mundo moderno.
En la Argentina conocemos bien la magnitud del problema y la imperiosa necesidad de enfrentarlo. Debemos resaltar, en esa dirección, que también en nuestro país se reclama una Ley que dé garantías a denunciantes y testigos de delitos de corrupción y una petición en el sitio Change.org cuenta con alrededor de 93.000 firmas a las que podés sumar la tuya aquí.
En nuestro programa radial “Al Derecho y al Revés” (martes de 19 a 20 horas por AM 1220 y en streaming por http://ecomedios.com) tuvimos este martes 15 de octubre el placer de ser el primer medio de la Argentina que entrevistó a Ana Garrido Ramos.
Compartimos el reportaje no sólo porque ella merece el pleno reconocimiento de la sociedad por su lucha valiente en defensa de todos y cada uno de nosotros sino porque sus palabras, sentidas, claras y comprometidas, conmueven y convocan a construir un mundo mejor, un mundo que personas como Ana demuestran que es posible lograr.
