Pablo Giesenow, un abogado cordobés de 40 años que hace dos año perdió sus dos piernas en un accidente de auto, transformó esa adversidad en energía positiva que hoy le permite llevar una vida normal, intensa y con grandes desafíos como el de escalar el Aconcagua y participar de los Juegos Paralímpicos 2020 de Tokio (Japón).
El 22 de enero de 2015 Pablo partió en su automóvil desde la ciudad de Córdoba con destino a Santa Cruz para visitar de sorpresa a su padre, que dos días después cumplía años.
Pero cuando transitaba por la ruta nacional 35 cerca de Santa Rosa (La Pampa), bajo una intensa lluvia, perdió el control del vehículo y chocó contra el guardarrail.
“Estuve media hora atrapado dentro del auto. Vi que los hierros me habían cortado una de las piernas a la altura de la rodilla”, describió Giesenow en una entrevista a Télam y añadió que en el hospital se enteró que la otra pierna también había sido amputada por el accidente.
A partir de ese momento se asumió como una persona resiliente, es decir con la capacidad de afrontar y superar la adversidad.
“No sentí angustia, no me pregunté por qué me tuvo que pasar, sólo pensé que lo que había ocurrido era irreversible; que llorar, deprimirme y mirar hacia atrás no me iba a devolver las piernas. Desde entonces comencé a trabajar para transformar esa desgracia en energía positiva y superadora”, explicó.
A los 15 días del accidente volvió de alta a su casa y al mes ya estaba trabajando en su estudio jurídico de la capital de Córdoba, ayudado con la movilidad de una silla de ruedas y afrontando las barreras por la falta de accesibilidad, tanto en la infraestructura pública como privada.
También comenzó a concurrir a centros de rehabilitación y en septiembre de 2015 obtuvo su primera prótesis (botas para caminar), a las que se adaptó rápidamente. Luego siguió progresivamente con prácticas de caminatas, correr, andar en bicicleta, jugar al fútbol y nadar.
“Necesitaba estar en forma físicamente y mentalmente tener ocupado el mayor tiempo posible”, sostuvo al manifestar que su estrategia era mantener el “equilibrio físico y psicológico” para poder trazar y trabajar en los objetivos sin que la adversidad sea un obstáculo para cumplirlos.
Apoyado y ayudado por su entorno familiar (sus padres, su novia y sus dos hijas), por amigos y compañeros de trabajo, comenzó a contactarse con personas en situaciones similares, a plantearse nuevos desafíos como el de competir en maratones locales, y con prótesis especiales adaptadas para cada una de las disciplinas deportivas.
“El combustible humano es el que enciende mi motor y me ayuda cada día”, resaltó al ponderar que está “rodeado de gente maravillosa” y de un equipo multidisciplinario de excelente calidad humana y profesional.
El año pasado, tras distinciones que le dieron la Municipalidad de Córdoba y el Senado de la Nación, se vinculó a otras personalidades e instituciones y surgió la invitación del Summit Aconcagua para integrar el grupo que a mediados de febrero intentará escalar los 6.992 metros del Aconcagua y plantar la bandera de los Juegos Olímpicos de la Juventud Buenos Aires 2018.
Son 12 los integrantes de ese desafío tienen en común el haber transitado por momentos difíciles y haberlos transformado positivamente de la mano del deporte.
Además de Gliesenow participarán Fabricio Oberto (basquetbolista); Paula Pareto (judo); Silvio Velo (Murciélagos); María del Pilar Pereyra (natación); Elisa Sampietro de Forti (maratonista de 83 años) y Oscar Melchiori (triatlón)
También estarán Álvaro Casillas (Triatlón & Ultratrail); Ezequiel Baraja (rugby); Peter
Czanyo (trial running); Fernando Marino (maratón) y Julián Weich, embajador del proyecto.
La meta más ambiciosa de Gliesenow es llegar a los Juegos Paralímpicos de Tokio 2020 para competir en triatlón (natación, ciclismo y atletismo), pues no hay ningún amputado argentino en esa categoría, señaló.
“Trabajo para ese sueño. Siempre tenemos que tener sueños, la limitación para no tenerlos y concretarlos somos nosotros mismos. Todo está en nuestra mente y el mecanismo es soñar, enfocarse, trabajar para cumplirlo; cuando llega vivirlo, disfrutarlo y volver a soñar con otra cosa. Eso nos mantiene vivos, vigentes y con ganas de seguir haciendo”, remarcó.
Nació en la “pampa gringa” cordobesa de Viamonte, en el sur provincial, donde su padre, Juan José Giesenow, fue intendente por 20 años, y comenta que es permanentemente requerido para dar charlas motivacionales, una práctica que considera “edificante” para su espíritu de “mostrar y demostrar al otro que el poder es una cuestión de actitud”.
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