La Campaña Internacional para Abolir las Armas Nucleares (ICAN), organización que se autodefine como “una coalición global que trabaja para sensibilizar a las personas de todos los países para inspirar, persuadir y presionar a sus gobiernos, para que inicien y apoyen negociaciones para que se firme un tratado que prohíba las armas nucleares”, recibió el Nobel de Paz 2017 y lo aceptó con emotivo discurso contra ese tipo de arsenal y urgió a las grandes potencias a unirse al tratado de prohibición en la ONU.
Esta organización que agrupa a 468 entidades y ONGs en 101 países estuvo representada por su directora ejecutiva, Beatrice Fihn, y la activista y superviviente de la bomba atómica lanzada en 1945 por Estados Unidos sobre Hiroshima (Japón) Setsuko Thurlow, que recogieron juntas el premio y pronunciaron un discurso a medias.
A Thurlow, de 85 años, le tocó la parte más cruda, un duro relato sobre sus recuerdos del ataque nuclear que silenció al salón principal del Ayuntamiento de Oslo y provocó no pocas lágrimas entre el millar de asistentes, como no se ha visto en años en una ceremonia que suele tener un carácter más festivo y relajado.
“Hoy quiero hacerles sentir en este auditorio la presencia de quienes perecieron en Hiroshima y Nagasaki, quiero hacerles sentir una gran nube de un cuarto de millón de almas. Cada persona tenía un nombre, cada persona era amada por alguien. Asegurémonos de que sus muertes no fueron en vano”, afirmó Thurlow.
Thurlow, con voz serena, no ahorró detalles sobre el ataque que “borró” su ciudad natal, incluidos familiares y 351 compañeros de clase, que en los años siguientes “y aún hoy” ha provocado la muerte de miles de personas más por los efectos retrasados de la radiación. “Mientras salía arrastrándome, las ruinas ardían. La mayoría de mis compañeros de clase murieron quemados vivos. Vi a mi alrededor una devastación total, inimaginable”, explicó.
A las potencias nucleares -entre ellas Estados Unidos, Reino Unido y Francia, que no enviaron a sus embajadores a la ceremonia en señal de protesta- se dirigió Beatrice Fihn, urgiéndolas a acabar con la amenaza que suponen los arsenales atómicos.
“La historia de las armas nucleares tendrá un final, de nosotros depende cuál será. ¿Será el fin de las armas nucleares o el nuestro? Una de esas cosas pasará”, afirmó Fihn, quien cree que el riesgo de que sean usadas es mayor ahora por la presencia de más estados “atómicos”, más terroristas y la guerra cibernética.
La directora de la ICAN rechazó el efecto disuasorio que esgrimen las potencias y sostuvo que su utilidad “real” es provocar miedo y negar la libertad, atrayendo a más países a la carrera nuclear.
La campaña nació en 2007 y ahora sus actividades se desarrollan en más de 60 países. Es un movimiento amplio e inclusivo, que “surge de la necesidad, urgencia y factibilidad de la abolición de armas nucleares y que se centra en la movilización de la sociedad civil en lo que respecta al objetivo específico de negociar un tratado global para abolirlas”.
Recordemos además que la decisión del comité noruego se da en medio de un contexto de tensión mundial por el programa nuclear que el régimen de Pyongyang, liderado por el norcoreano Kim Jong-un , dice estar dispuesto a desarrollar para defenderse de posibles ataques.
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