Estamos viviendo días muy particulares. Días que disparan en lo personal y en lo público emociones encontradas. Alegría y esperanza porque parece asomar la posibilidad de terminar con algo que nos amputaba el futuro; y tristeza, incredulidad y angustia por ver cómo los políticos inescrupulosos saquearon el país en complicidad con muchos empresarios; por cómo los dirigentes que votamos para representar nuestros intereses usaron las mejores banderas para enriquecerse y tratar de perpetuarse en el poder, a cualquier precio.
Vivimos, sin duda, días muy particulares. Digerido, de a poco, el enojo, quizá podamos ver cómo emerge una gran oportunidad. Una oportunidad que también nos incluye y nos compromete: la de desterrar la corrupción en todos los ámbitos y en todas las escalas. Este túnel oscuro que transitamos hoy como sociedad nos enfrenta a la posibilidad de un cambio radical en las malas costumbres que naturalizamos. Son muchas y nos interpelan a todos:
- No ofrezcas ni aceptes un “arreglo” personal para zafar de una multa.
- No aceptes que un gremialista te apriete o te pida algo a cambio para dejarte trabajar o para disfrutar de un derecho o un beneficio que te corresponde.
- No ofrezcas ni aceptes que un empresario, ni chico ni grande, te pida porcentajes por un trabajo o un servicio que no corresponden.
- No ofrezcas ni aceptes que te pidan dinero para un trámite que es gratis, y denunciá a quien dilate los tiempos si no te subordinás a su propuesta o sugerencia de “agilizarte” las cosas a cambio de una gentileza.
- Si sos parte de cualquier gobierno (municipal, provincial, nacional) y ves que se hacen cosas que no corresponden; si ves sobreprecios, adjudicaciones oscuras, gastos injustificados o cualquier otra “anormalidad”, denuncialo. Donde te animes, donde puedas: en la Justicia, en las redes sociales, en los medios, en la policía. Hoy todo puede saberse si generás las redes suficientes. Mucha gente está cansada y seguro encontrás eco y el ruido se hará escuchar.
Quizá los argentinos pequemos de “caretas”, o quizá estemos demasiado atentos al que dirán, pero la cultura de la avivada nos trajo hasta acá, a un país al margen de la ley en demasiados planos; a un país sin justicia, sin orden y sin distinción clara entre delincuentes y honestos.
Estamos ante la enorme oportunidad de cambiar las cosas. Caiga quien caiga, desnaturelicemos la ilegalidad. No aceptemos la corrupción. Decidamos someternos a las normas, aunque nos toque perder, aunque corramos algún riesgo. Merecemos un país distinto; merecemos que los honestos vivan bien y los delincuentes, presos.
A 38 años de recuperada la democracia, quizá sea el momento de honrar ese aniversario recuperando el valor de la ley, y de demandar a la Justicia que esté a la altura del rol que sus funcionarios asumieron
Vamos por el #NuncaMás de la corrupción: es EntreTodos, es ya, o nos quedamos sin futuro.
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