Las niñas de seis años tienen menos tendencia a pensar que personas de su género puedan ser brillantes, comparadas con los niños. Así lo afirma un estudio publicado en la revista Science, que además revela que las niñas a esta edad suelen alejarse más que los niños de actividades supuestamente para “muy, muy listos”. Los resultados demuestran una tendencia preocupante, dado que las aspiraciones académicas de hombres y mujeres jóvenes se basan en estereotipos de género.
El trabajo ha sido liderado por Lin Bian, estudiante de doctorando de la Universidad de Illinois y la profesora de psicología Andrei Cimpian, quienes aseguran que este tipo de estereotipos tienen un impacto a largo plazo en la vida de las mujeres.
“Aunque el estereotipo de asociar la brillantez con los hombres no se ajuste a la realidad, puede pasar factura en las aspiraciones de las chicas y en sus futuras carreras”, asegura Cimpian. “Nuestra sociedad tiende a asociar la genialidad más con los hombres que con las mujeres y esta idea aleja a las mujeres de trabajos en los que se percibe que es necesaria esta capacidad”, añade Bian. “Queríamos saber si los niños pequeños adoptan estos estereotipos”.
“Estos estereotipos empiezan a afectar a las decisiones de las chicas a una edad muy temprana”
Para conocer mejor los estereotipos de género, Lin Bian y su equipo hicieron una serie de experimentos con niños de entre 5 y 7 años – la edad a la que comienzan los estereotipos. Primero, se les contaba una breve historia sobre una persona “muy, muy inteligente”, sin pistas sobre su género. Con 5 años, tanto los niños como las niñas tenían la misma probabilidad de pensar en el protagonista como alguien perteneciente a su género, pero a los 6 y los 7 años, las chicas tenían muchas menos probabilidades que los niños de asociar la genialidad con su propio género.
En otro cuestionario, los participantes tenían que adivinar cuál de cuatro niños, dos chicos y dos chicas, “saca las mejores notas”. En contraste con la prueba anterior, aquí no había diferencias significativas entre las niñas más pequeñas y las más mayores en su probabilidad de elegir a otras niñas como mejores estudiantes. Así que las percepciones de las niñas sobre las notas escolares eran distintas de sus percepciones sobre la brillantez.
Por último, a los niños se les presentaban dos juegos innovadores, uno supuestamente para “niños muy, muy listos”, y el otro para “niños que se esfuerzan mucho”. Los investigadores descubrieron que no había diferencia a la hora de elegir los juegos entre los niños y niñas de 5 años, pero con 6 y 7 años las chicas estaban menos interesadas que los chicos en el juego para niños inteligentes. Ambos géneros se interesaban igualmente por el de niños que se esfuerzan.