No es suficiente la carta astral de los candidatos para prever quién ganará las elecciones presidenciales de un país. Ni la del país. En ese resultado confluyen factores muy diversos, conscientes y lógicos, inconscientes e indeterminables. Intervienen muchas otras cartas. No obstante, la astrología puede aportar algo: qué simboliza para ese país que “ése” candidato y no “el otro” sea el elegido, a qué proceso profundo de esa entidad colectiva resulta funcional la opción por un ciudadano u otro, qué riesgos y -por lo tanto- qué oportunidad representa para esa comunidad y para toda la red vincular.
El astrólogo puede ensayar hipótesis, apreciar cuál es la madurez de ese grupo humano para responder con creatividad o para reaccionar con miedo a ese clima astrológico, ser sensible al estado de excitación y a las necesidades del inconsciente colectivo para ese determinado momento. A veces los hechos de la realidad resultan previsibles, otras sorprenden.
Las últimas elecciones en EEUU
Comencemos observando la carta natal de los involucrados: EEUU, Donald Trump, Hillary Clinton… y Bernie Sanders.
La comparación de cartas (sinastría) EEUU-Trump destaca alta afinidad: la oposición Luna-Sol de Trump sobre el eje I-VII de EEUU en Sagitario-Géminis. Las elecciones, además, se realizaron en tiempos del tránsito de Saturno en Sagitario. ¿Qué significa esto? Por un lado, lo que irradia la personalidad de Trump empatiza con un contenido esencial del espíritu norteamericano: anhelo de abundancia y expansión, el orgullo de las creencias y la fe en verdades tan estimulantes como absolutas. Por otro lado, Saturno anuncia que es tiempo de tomar responsabilidad de ese carácter, de comenzar a construir una nueva dirección plena de sentido para la nación, de ponerse serios y madurar… O también de tensarse, de establecer límites rígidos que protejan y ser estrictos en el cumplimiento de las normas objetivas, sin atender subjetividades, a fin de alcanzar un país mejor.
Si prima el miedo, se construirán muros. Si prima la confianza, se aceptará la realidad y se responderá con madurez, aunque implique frustrar fantasías
Respecto a Hillary Clinton, no hay acuerdo en los astrólogos respecto a cuál de las tres cartas que circulan debe ser considerada. Aquí optamos (en un gesto impunemente subjetivo) por la que más se ajusta a nuestra percepción de cierto “guión de destino” que muestra su vida y que se corresponde con un dato fundamental de la carta: Sol en Escorpio en casa XII.
El carácter de Sol en XII (con alguna resonancia al Sol en Piscis) simboliza la paradoja de quien es profundamente sensible al brillo individual, a la importancia de ser individuo, de expresar lo auténtico de sí mismo y obtener reconocimiento de los demás, pero, no obstante, no puede llevarlo a cabo en su vida personal. Sol en XII significa extrema sensibilidad al arquetipo de rey (o reina) sin que se le termine reconociendo como tal. La historia -política y personal- de Hillary es la de quien siempre estuvo cerca del centro radiante, pero que irreversiblemente fue desplazada en el momento de tener oportunidad de ocuparlo. Leo es el signo regido por el Sol y, casi como fatalidad de destino, personas leoninas han eclipsado su brillo: Bill Clinton, Mónica Lewinsky, Barack Obama… Leo es el Ascendente de Trump, quien además es Sol en Medio Cielo: la posición de los monarcas…
La clave de Sol en XII es asumir el servicio de la renuncia, la dignidad del retiro. Es “el Boulogne Sur Mer” de nuestro ejemplar héroe autóctono, San Martín (Sol en Piscis y Sol en XII). La sabiduría acerca de lo solar -el orgullo de ser individuo, la importancia de los liderazgos- dispuesta al servicio de otro, no de uno mismo.
La revelación de correos electrónicos del Comité del Partido Demócrata que, debiendo mantenerse neutral, ponían en evidencia un deliberado intento de perjudicar a su oponente en la interna partidaria, Bernie Sanders, influyó negativamente en el último tramo de su campaña presidencial. Hillary asociada al poder oscuro de las estructuras establecidas (su propio Saturno conjunción Plutón) y confabulando en contra de quien aparece como la renovación de viejos modos cristalizados (Sanders, Saturno conjunción Urano).
Aquel talento de renuncia y retiro de Sol en XII le habría propuesto acaso otra actitud: reconocer que la auténtica energía renovadora era encarnada por Sanders (por cierto, otro Sol en Medio Cielo), aceptar que, luego de tantos años de permanencia en el poder, su figura representaba una burocratización y pérdida de vitalidad en las fuerzas demócratas que ponía en riesgo el triunfo sobre Trump. Y entonces dar con plena conciencia “un paso al costado”, antes de que el “retiro voluntario” se convirtiera en “despido compulsivo”… Por cierto, una actitud que requiere una visión casi sagrada de los asuntos públicos, un temple místico aplicado a la acción política. La disposición de vaciarse del anhelo de reconocimiento personal para favorecer la manifestación de un propósito trascendente. Nada sencillo.
Una peculiar clave astrológica: cuando Plutón transita 15º de un signo
Si nos dejamos sorprender por la astrología, los ciclos planetarios revelan tramas de las que quizás no seamos conscientes, vinculan sucesos de la vida y transparentan patrones de destino que resultan invisibles desde nuestros habituales relatos.
El actual contexto invita a observar qué relevancia podría tener Plutón en tránsito a 15º (punto medio) de signos zodiacales. ¿Qué acontecimientos de repercusión mundial (con destacada incidencia de EEUU) resultan sincrónicos a ese clima? Consideremos los desarrollados desde el siglo XX al presente.
Técnicamente, considerando “3º de orbe”, la incidencia de ese tránsito se extiende desde 12º hasta 18º (en color verde), alcanzando “zona crítica” en 15º (en color rojo).
Cáncer (1924–1926-1928–1930):
Leo (1946–1948-1949–1951):
Virgo (1963–1964-1965–1967):
Libra (1976–1977-1978–1979):
Escorpio (1988–1989-1990–1991):
Sagitario (2000–2001-2002–2003):
Capricornio (2014–2015-2016–2017):
Los 15 de Trump
Confiando en la astrología, el movimiento de Plutón nos indica que todos esos acontecimientos están vinculados a su símbolo. La concreción de la experiencia del poder, la explicitación del vinculo con la sombra y el encanto de su proyección en “el otro”, la emergencia de lo negado, temido o reprimido en la humanidad, la descarga pulsional de contenidos del inconsciente colectivo, el hechizo del sacrificio purificador.
Sólo se trata de Plutón
EEUU, la primera democracia constitucional de la historia, está a punto de cumplir su primer ciclo de Plutón. En 2022 Plutón vuelve a transitar, por primera vez, la posición que ocupaba en el momento de la independencia. Se cierra un proceso completo de la expresión de la potencia de esa entidad colectiva. La fase XII de un ciclo es de agotamiento y consumación. Con Plutón, es el momento propicio para encontrarse con los fantasmas y la sombra del poder. Es tiempo de agotar el pasado, de saldar las deudas pendientes, nada menos, respecto a la circulación del poder en su propia comunidad y el despliegue dominante en el mundo. Y, para este trance de Plutón en fase XII, iniciado con el impacto de un presidente afroamericano -Barack Obama en 2008- asumiendo la presidencia del país, aparece un líder como Trump, con Plutón en su casa XII natal. La energía sabe lo que hace, sin importarle nuestra opinión.
Una inquietud comienza a recorrer el inconsciente colectivo de la humanidad. ¿Quién será el presidente de EEUU cuando esa nación inaugure un nuevo ciclo de poder en 2022? ¿Será el mismo Trump en un segundo mandato? ¿O será Michelle Obama, una (la primera) mujer afroamericana en la cima del poder mundial? No hay duda acerca de qué imagen resultaría una verdadera transformación de la psique colectiva.
Crisis de conciencia, crisis de civilización
Con Plutón en Capricornio, la crisis de transformación es algo que afecta a las estructuras del mundo, al orden y a los modelos de autoridad de la civilización. Su último tránsito en Capricornio (1762-1777) fue sincrónico a la entronización del último monarca absoluto de Francia, Luis XVI. Pocos años después, en 1793 con Plutón en Acuario, la suerte del nuevo orden revolucionario fue su desgracia.
Hoy, en su tránsito por Capricornio que abarca de 2008 a 2024, lo nuevo parece venir por fuera de las formas institucionales que sostienen las democracias de occidente (no sólo la norteamericana). El sistema de partidos políticos de nuestras repúblicas democráticas aparece desbordado, disfuncional ante los desafíos de este específico momento de la dinámica de la historia. Y, antes que un salto de mutación hacia el futuro, se activan memorias regresivas, viejos y simplificantes modos de “resolver la cuestión de una buena vez”.
Asistimos a un tiempo en el que “lo nuevo” trae recuerdos del pasado, mientras que la forma conocida ya no resulta funcional a la necesidad de futuro. Lo que aparece como novedosa alternativa alienta a fantasmas del ayer. Y ya sabemos que ante el desconcierto del presente y la angustia de futuro, en la conciencia humana crece el encanto por las formas seguras conocidas en tiempos idos.
La crisis de lo constituido estimula el apetito de quienes están en los márgenes. Es tiempo para su emergencia y aparición, con la creatividad necesaria para que el sistema se revitalice, o la destructiva acción de los miedos más arcaicos (algo de esto supo Gorbachov y Yeltsin, el sha de Irán y aquel Ayatollah).
De ser así, seríamos contemporáneos de una auténtica crisis de civilización. La cultura occidental no parece ser capaz de mantener el centro hegemónico. ¿Se acercará un tiempo de mandarines del siglo XXI? Control estatal en la política, libertad de mercado en la economía. Un mundo chino. Casi tan inaudito y atractivo como una presidente negra gobernando la primera potencia de occidente. ¿El próximo Marx será tántrico?
Mientras tanto, disfrutemos de la paranoia de Bowie (o de la anticipación como misión del artista).
Por Alejandro Lodi, astrólogo.
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