Ser zurdo en un mundo diseñado para diestros puede ser un gran reto. Hacer cosas tan sencillas como usar una tijera o utilizar un sacapuntas no resulta tan natural como les pasa a los diestros.
Es más: hasta hace no muchos años, ser zurdo era visto con malos ojos, hasta el punto de atarles la mano izquierda a los niños para forzarles a que escribieran con la derecha (lo que muchos conocen como “zurdo corregido”). Hoy en día la situación no sólo se ha normalizado sino que hay quienes lo consideran una genialidad.
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El 13 de agosto se conmemora el Día Internacional de los Zurdos, una celebración que tiene dos versiones sobre su origen.
Una dice que ese día se fundó la Organización Internacional de Zurdos, en la ciudad de Topeca, en Kansas (Estados Unidos) en 1975; la otra versión sostiene que ese día, pero en 1976, nació en Londres el Left-Handers Club de Londres (Club de Zurdos de Londres), un organismo encargado de deshacer los mitos y supersticiones en torno a quienes escriben con la izquierda.
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Pero los zurdos también tienen varias dificultades. Los cuadernos, las tijeras, los sacapuntas y tantos otros útiles están pensados para diestros. Manuel Sosa Henríquez, catedrático de Medicina de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria, explicó que hay enfermedades que padecen con más frecuencia los zurdos: el Crohn, la colitis ulcerosa, las migrañas y el cáncer de mama en la mujer. La razón se desconoce. También son más propensos a caer en adicciones como el alcoholismo. Además, “en las mujeres zurdas la prevalencia de depresión es mayor que en las diestras y, globalmente, en los zurdos hay tres veces más suicidios que entre los diestros”.
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La zurdera debe su nombre formal a la palabra siniestralidad, porque en latín la palabra “sinistra”, significa “a la izquierda”. Pero a medida que pasó el tiempo, comenzó a acumular asociaciones con el mal que persisten hasta el día de hoy.
A lo largo de los siglos, la zurdera se ha asociado con debilidad, impureza o maldad. Hoy, pocos considerarían malvados a los zurdos que se encuentran entre nosotros, pero ellos sí tienen que soportar numerosos inconvenientes de un mundo hecho para los diestros.
En tiempos en que se habla tanto en “lenguaje inclusivo”, que en realidad no lo es tanto, se debería pensar más en adaptar más las cosas de la vida cotidiana para incluir a la gente zurda para que su vida no sea tan dificultosa en muchos aspectos del día a día.
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