Las personas que se sienten aisladas o tienen propensión a sentirse excluidas de los grupos de gente de su entorno son más propensas a desarrollar la sensación de que el mundo está conspirando contra ellos, lo que lleva a creencias que se oponen a las opiniones convencionales, según se desprende de un nuevo estudio sobre teorías conspirativas y supersticiones.
Los investigadores descubrieron que las personas que no sienten que encajan en la sociedad son más propensas a buscar la explicación en historias dudosas o elaboradas que pueden o no ser ciertas, lo que podría ayudar a explicar el fenómeno de las “noticias falsas” que asolan Internet por estos días.
Según un equipo de la Universidad de Princeton, el pensamiento conspiratorio puede desencadenar un ciclo peligroso, un círculo vicioso que hace que los amigos y la familia se vayan alejando cada vez más, e inevitablemente profundiza el problema de la exclusión social de algunas personas.
“Los que están excluidos pueden comenzar a preguntarse por qué están excluidos en primer lugar, haciendo que se replanteen algunas cosas de sus vidas”, explica el psicólogo Alin Coman.
El estudio se dividió en dos partes. Primero, los investigadores reclutaron 119 voluntarios en línea y evaluaron sus sentimientos de aislamiento social.
Se pidió a los participantes que rellenaran un cuestionario sobre sus emociones y metas, escribieran una historia con un amigo personal y calificaran sus sentimientos en 14 categorías diferentes (incluida la exclusión).
A continuación, se preguntó a los participantes con qué firmeza apoyaban tres teorías populares sobre hechos conspiratorios o de explicación dudosa: las compañías farmacéuticas que retenían curas por razones financieras; Gobiernos que utilizan mensajes subliminales para influir en la población; y signos de actividad paranormal en el Triángulo de las Bermudas.
Trazando un paralelismo entre ambas cosas, el estudio de investigadores descubrió que aquellos cuyas respuestas indicaban que se sentían excluidos socialmente también eran más propensos a estar de acuerdo con las teorías de la conspiración.
A continuación, se pidió a un grupo de 120 estudiantes universitarios que se describieran a si mismos en un par de parrafos. Luego de que lo hicieran se les comunicó que su escritura se utilizaría para evaluar su idoneidad para una determinada tarea. A continuación, algunos fueron agregados a un grupo de “elegidos”, mientras que otros fueron puestos en el grupo de los “no elegidos”.
En realidad, su escritura no fue evaluada en absoluto. Los investigadores sólo querían crear sentimientos de aceptación o exclusión en los voluntarios.
A los estudiantes se les pidió que calificaran la plausibilidad de tres historias – esta vez, supersticiosas que más conspiratorias. Una vez más, aquellos que se habían sentido excluidos por haber sido puestos en el grupo de los “no elegidos” fueron los más propensos a creer en ellas.
Basandose en las respuestas de la encuesta general realizada a 239 participantes, los investigadores concluyeron que la búsqueda de interpretaciones que viene junto con los sentimientos de exclusión es uno de los elementos más importantes de los que están causando el incremento de aceptación popular de teorías conspirativas y este descubrimiento podría ayudarnos a luchar contra la desinformación.
“Intentar interrumpir este ciclo podría ser la mejor opción para alguien interesado en contrarrestar las teorías de la conspiración a nivel social”, dice Coman y agrega que “De lo contrario, las comunidades podrían estar más propensas a propagar creencias conspiratorias inexactas”.
Dada la pequeña muestra de participantes encuestados, se necesitarán futuras investigaciones para explorar esta área más a fondo, para ver si los hallazgos se confirman en estudios más amplios.
Pero mientras tanto, las conclusiones de los investigadores ciertamente no parecen una mala idea: subrayar la necesidad de mantener a las comunidades y los individuos sintiéndose incluidos e involucrados en el panorama más amplio de las decisiones de la sociedad podría ser una forma de evitar la expansión desdemidad de noticias falsas.
“Al elaborar leyes, reglamentos, políticas y programas, los políticos deben preocuparse por si las personas quedan excluidas por su promulgación”, dice Coman “De lo contrario, podemos crear sociedades propensas a difundir creencias inexactas y supersticiosas”.