La libertad tiene un precio. De ello son testigos los vecinos de la pequeña localidad estadounidense de Von Ormy, ahora casi en la ruina, sin sistema de alcantarillado central, gobernada con normas propias y con un departamento de policía no reglamentado y desprovisto de medios.
Durante los últimos años, Von Ormy ha padecido de manera constante problemas básicos a raíz de que su alcalde decidiera no depender del Gobierno central y tomar las riendas de la ciudad. Qué forma de gobierno municipal adoptar o cómo pagar por los servicios públicos fueron las principales interrogantes que se plantearon desde aquel momento.
A lo largo de todo el proceso, tres miembros del Consejo Municipal fueron arrestados por violar la Ley de Reuniones Abiertas, que exige celebrar en público las reuniones de organismos públicos, y el cuerpo de bomberos se hundió por falta de fondos. Casi todos en la ciudad tienen una clara opinión sobre quién tiene la culpa. Es posible afirmar que la visión del fundador de la ciudad, el abogado libertario Art Martínez de Vara, corresponde a la de un completo insensato.
En 2006, temiendo la anexión por la rápida expansión de la capital del condado, San Antonio, algunos en Von Ormy propusieron incorporarse a la gran ciudad. Pero en la Texas rural, reacia al Gobierno central, decidieron tomarse la situación de manera extrema.
Las áreas no incorporadas a San Antonio cuentan con una menor cantidad de impuestos y ventajas fiscales respecto a la capital. Estaba claro que la anexión a la gran metrópolis supondría adoptar nuevas ordenanzas, elecciones y tediosas reuniones del consejo de la ciudad. San Antonio, con sus impuestos y regulaciones, era demasiado para los habitantes de Von Ormy.
Von Ormy, al no formar parte de San Antonio, cuenta con un ambiente favorable para las empresas, lo que debía atraer nueva actividad económica. El alcalde De Vara prometió a sus habitantes que haría de la anticuada Von Ormy la mejor ciudad de todo EE.UU. Se podría fumar en los bares, andar de noche de manera segura, abrir negocios sin apenas permisos, etc.
Sin embargo, lo que resultó de todas esas promesas fue una confusa serie de reuniones boicoteadas por miembros del gobierno local, conspiraciones para llegar al poder, desacuerdos entre concejales y, finalmente, una audiencia ilegal no autorizada por el gobierno que mandó a tres mujeres a la cárcel.
Hoy Von Ormy es una ciudad donde los perros callejeros vagan a sus anchas por las calles, las patrullas policiales de otras ciudades se encargan de la seguridad y cuyo ayuntamiento se encuentra en una tienda de campaña. Está claro; parece que algo no ha salido como se esperaba.