¿Sos de River? Sufrí, insultá, reclamá. ¿Sos de Lanús? Festejá por la clasificación a la
final y disfrutá el equipazo que tenés. ¿Sos anti River? Reíte. Pero si sos amante del
fútbol, planteate hacia dónde estamos yendo…
Lo que ocurrió ayer en la cancha de Lanús (y lo que viene sucediendo con la tecnología “incluida” en el campo de juego) mata al fútbol. De a poco, “el deporte más lindo y más sano del mundo”; como dijo Diego Maradona, está cambiando para peor.
Es verdad, la tecnología se está haciendo presente en casi todos los deportes. Porque en
su momento desembarcó en el tenis, con el famoso “ojo de halcón” que corrobora los piques polémicos que ocurren durante un partido. Y luego llegó al rugby, al básquet y al hockey, que adaptaron televisores para que el ojo falible del humano se equivoque lo menos posible. El objetivo es, explican, que los árbitros no tomen decisiones equivocadas en situaciones límites.
Pero poco tienen que ver esos deportes con el fútbol. Ninguno tiene la intensidad (o
viveza) del fútbol. Porque no todo contacto es falta, porque no toda mano es penal y
porque no todo foul es para tarjeta.
Es verdad: en todos los deportes anteriormente mencionados, la tecnología colabora
para que el árbitro no haga un papelón histórico. Pero, en el fútbol, ésto no pasa.
¿Por qué? Porque es un deporte de interpretación. Entonces, a pesar del VAR, los
árbitros van a seguir decidiendo según les parezca.
Ayer, en la semifinal de vuelta de la Copa Libertadores de América, el colombiano Wilmar
Roldán (y toda la terna arbitral) fue fundamental para que River quedara eliminado de la
Copa Libertadores.
Sin embargo, no es la primera vez: incluso con la ayuda de la tecnología, los árbitros
cometen errores groseros. En la final de la Copa Confederaciones que se disputó este
año entre Alemania y Chile, el chileno Jara le pegó un codazo al alemán Werner, que el
árbitro no vio. Cuando le avisaron de la situación, fue a la pantalla, vio el golpe y decidió
amonestar al central sudamericano. Incluso cuando el reglamento dice expresamente que
es roja por “dar o intentar dar”.
Por la situación de ayer y por tantas otras, hay que debatir si el VAR favorece a los árbitros. La tecnología ayuda pero también desnuda las falencias que tienen los encargados de impartir justicia en los partidos más importantes.
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