En medio de los vaivenes que están afectando a la organización del fútbol en Argentina, una noticia ha destacado entre tanto malestar.Y es que se dio a conocer que el próximo 11 de noviembre, la selección de Argentina comandada por Lionel Messi inaugurará en un partido amistoso contra la selección rusa, el nuevo estadio olímpico Luzhnikí, donde se disputará la final del Mundial de Rusia 2018.
El Luzhnikí, antiguo estadio Lenin, ya había sido sede de una final cuando en 2008 se disputó allí el partido decisivo de la Liga de Campeones entre el Chelsea y el Manchester United, la única vez que se enfrentaron dos equipos ingleses en esa instancia.
Ahora, las autoridades decidieron no construir un nuevo estadio, sino remodelar el Luzhnikí, conservando la histórica fachada pero aumentando la capacidades de espectadores, llevando la cantidad de asientos de los actuales 78.000 a 81.000.
Según el comité organizador, el Luzhnikí acogerá tanto el partido inaugural como cuatro partidos de la fase de grupos, uno de los octavos de final, una semifinal y la gran final mundialista.
“Tiene un aspecto impresionante. Éste es el lugar ideal para celebrar el Mundial. Un lugar magnífico para los futbolistas y los aficionados. Cuando entras en el estadio el corazón comienza a latir más rápido”, dijo el presidente de la FIFA, Gianni Infantino cuando visitó el estadio.
En total, el Mundial se disputará en doce estadios, dos de los cuales están en Moscú -el Luzhnikí y el Spartak-, mientras la otra semifinal se disputará en San Petersburgo, que será inaugurado en abril tras innumerables retrasos.
Recientemente, el Gobierno ruso aumentó el presupuesto del Mundial hasta los 638.800 millones de rublos (unos 10.500 millones de dólares) tras dos años de recortes debido a la recesión económica.
Según el plan maestro, la mitad de los 10.500 millones de dólares se dedicará a la construcción de infraestructuras de transporte -aeropuertos y carreteras-, y un tercio a la construcción de estadios y otras instalaciones deportivas.
El presidente ruso, Vladímir Putin, garantizó en todo momento que, pese a la recesión, Rusia no renunciaría en ningún caso a la organización del Mundial y tampoco escatimaría en gastos para que los aficionados de todo el mundo “se sientan como en casa”