Antes de ser coronado como Eduardo VII, el Príncipe Albert Edward of Saxe-Coburg and Gotha (Bertie, para los ingleses) tuvo una juventud marcada por el placer y la lujuria.
Cuando en plena adolescencia, a los 13 años, viajó a París junto a su madre, la Reina Victoria se le abrió un mundo desconocido en el que abundaban las mujeres y los placeres carnales. Y allí comenzó una de sus grandes pasiones: descubrir el cuerpo femenino.
Cuando cumplió 23, sus viajes a la capital francesa se hicieron más frecuentes y en una de esas aventuras sexuales, marcadas por excesos y orgías interminables, tuvo una idea. Así fue que mandó a construir un sillón que facilitara las relaciones sexuales con dos mujeres… O más, según indica el diario inglés Daily Mail.
En esos años, Bertie utilizó este “trono del amor” en Le Chabanais, un reconocido burdel del que era habitué. Hoy, y desde hace unos días, forma parte de una exhibición en el Museo D’Orsay.