James Montgomery, editor de la edición británica de la revista Rolling Stone, resumió el tema con claridad: “Existe un sentimiento encontrado ante esa situación. Por un lado, uno piensa: ¿Quiénes se creen que son estos personajes para estar haciendo este tipo de pedidos? Y, luego, uno constata el efecto que tienen sobre tantos miles de personas. Ahí se empieza a justificar ese tipo de exigencias. Esta gente tiene atrapadas en su mano a muchísimas personas”. Es que la escena se repite casi sin excepción: detrás de los majestuosos espectáculos de los cantantes más famosos del mundo hay decenas de productores volviéndose locos para poder atender demandas y exigencias de lo más bizarras.
Sudamérica acaba de constatarlo con los pedidos de Paul McCartney, que en el país de la carne exigió que se prohíba la venta de choripanes en sus shows. Vegano militante, pidió evitar sillones de cuero y cualquier otro signo de sufrimiento animal.
También Mick Jagger envió su lista con comidas y bebidas especiales, y cinta de correr al lado de su cama en el hotel. Alimentos orgánicos, una pava eléctrica en su camarín con tazas de cerámica para tomar té Earl Grey y de Menta, una botella de miel, azúcar morena y blanca en terrones (“más morena que blanca”, aclararo), dos mesas con manteles blancos, tazones con confites M&M, y otras tantas cosas más.
desde una banda ícono del rock mundial que pide adornar su vestuario con una boa constrictora hasta una figura del pop que exige una clase de velas que sólo se compra en India: todo vale
Katy Perry pide hortensias blancas y púrpuras, rosas blancas y rosas y orquídeas. Exige en el camarín una caja de toallitas húmedas para bebés, un tarro de miel de primera calidad, frutillas secas congeladas, frutas orgánicas y seis botellas del vino blanco Santa Margarita Pinot Grigio.
Otro caso famoso es el Mariah Carey. En sus shows, tiene una fijación con la decoración de interiores. Solicita tres sillones grandes, ocho flores altas y frondosas, dos floreros con rosas blancas, cortinas negras alrededor de todo el perímetro y cuatro velas aromáticas de la marca Joe Malone. La temperatura del camarín tiene que estar en 25 grados y entre los comestibles exige 12 botellas de una bebida proteica con sabor a vainilla, chicles sin azúcar y tres botellas de Chardonnay.
Utilizamos cookies de terceros para mostrar publicidad relacionada con tus preferencias. Si continúas navegando consideramos que acepta el uso de cookies. Puede obtener más información en:
Politica de Privacidad