Ricardo Darín, primer sudamericano en lograr un premio Donostia, el máximo reconocimiento del Festival de Cine de San Sebastián, dijo que era “un gran honor, inesperado por otra parte, porque uno nunca espera que te venga de los más cercanos”.
“Es como recibir un reconocimiento de la familia”, aseguró el actor”
Darín, que contó con la devoción del festival, estaba feliz y lo demostró compartiendo chistes en la rueda de prensa. Bromeó con su larga melena, conservada por indicación del director con el que trabajará en octubre próximo en Madrid, el iraní Asghar Farhadi, en una película en la que también están Javier Bardem y Penélope Cruz.
Pidió “clemencia” con la Selección argentina a un periodista peruano, ante el empate a puntos de ambos países en las eliminatorias sudamericanas para el Mundial de Rusia 2018
Esquivó la pregunta sobre la situación en Cataluña diciéndole a una periodista catalana: “bastante tengo con la política argentina, pero estoy aquí, y sí, sigo la política española, por eso agradezco que no hagas la pregunta que ibas a hacer”.
Darín reconoció que los premios no le gustan por “la parte de contienda que contienen”, pero sí los reconocimientos, como este Donostia que agradece, pero “no necesita”, porque siempre se ha sentido querido.
Rechazó rotundamente dar un paso hacia la política, a pesar de su papel en “La cordillera”. “Aquí tenemos a Schwarzenegger (presentó ayer un documental en el festival), pero para esas pretensiones uno tiene que estar mínimamente enfocado. Algunos artistas preferimos extender nuestra mirada a cuestiones sociales y de interés público. No tengo la suficiente frialdad para andar por un territorio tan minado como ese”, afirmó convencido.
El protagonista de “El secreto de sus ojos” (2009) defendió la “dimensión artesanal” de su oficio, el placer de los momentos íntimos de preparación de un personaje como los “más creativos” antes de llegar al set y acomodarse al director y a los compañeros.
Darín se mostró encantado con “La cordillera”, la película que exhiben en San Sebastián y que se estrenó en el Festival de Cannes, y se fue, como llegó, con una sonrisa que no se le borró del rostro.
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