Volver de vacaciones suele estar acompañado de una gran dificultad para volver a la rutina del trabajo. A veces, incluso, uno se siente triste e irascible.
Quizá se está sufriendo depresión posvacacional, causada por una mala adaptación de los trabajadores a la vida activa
Según José Antonio Piqueras Rodríguez, profesor del departamento de Psicología de la Salud de la Universidad Miguel Hernández (UMH) de Elche, “existe una sintomatología emocional negativa –ansiedad y depresión– asociada al cambio que supone volver al trabajo y dejar las vacaciones”.
Para el experto se trata de un proceso adaptativo normal que supone un ajuste a los cambios y, en algunos casos, puede generar un malestar de cierta intensidad, con fatiga, falta de energía y tristeza, entre otros síntomas.
“En cualquier caso suele ser de corta duración”, añade Piqueras. “Otra cosa muy diferente es que exista como enfermedad o trastorno específico”.
Aunque este estado suele afectar principalmente a adultos jóvenes, menores de 45 años, los síntomas pueden aparecer igualmente en niños.
“Los niños en general demuestran mayor capacidad de adaptación que los adultos, son más flexibles y se adaptan a casi cualquier cambio”, afirma Piqueras. “No obstante, volver a la rutina puede suponer ciertas dificultades de adaptación, con la consiguiente respuesta emocional”.
“La depresión posvacacional es una respuesta aguda o puntual de estrés ante un cambio. Es decir, podría considerarse una reacción normal a un proceso adaptativo, que en algunos casos puede llegar a ser más intensa, pero dudo que se pueda considerar un síndrome de la entidad del burnout”, sostiene Piqueras.
Sin embargo, para el profesor de la UMH, “otra cuestión es que está contrastado el hecho de que trabajadores ‘quemados’ pueden tener mayor probabilidad de deprimirse con la vuelta al trabajo y el final de las vacaciones”.
¿Cuál es el tipo de trabajador al que más afecta?
No es fácil establecer una relación directa entre tipo de trabajo y depresión. Tal y como indica Piqueras, “habría que tener en cuenta varios factores, los puramente laborales como el ambiente físico de trabajo o el tipo de puesto, y los personales”.
Así, es fundamental tener en cuenta las características del trabajador –satisfacción económica, profesional y personal que genera el puesto– y del propio trabajo, como malas relaciones, pobre remuneración o turnos rotatorios.
Algunos estudios concluyen que enfermeras, médicos, docentes y administrativos presentan mayor propensión a la depresión en general y a la depresión postvacacional en particular.
No obstante, el psicólogo advierte que “no se puede generalizar que los enfermeros o los maestros tiendan a deprimirse más tras la vuelta de las vacaciones, sino que parece que en estos colectivos existe mayor probabilidad de padecer alguno de estos síntomas por las condiciones del trabajo”.
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