Desde que Ellen Degeneres elevó la tendencia de los ‘selfies’ a la categoría de fenómeno mundial (su selfie en los Oscar superó los tres millones de retuits y fue caricaturizado por los Simpson), los famosos no paran de hacer autorretratos. “Yo comiendo un helado, yo con mi perro, yo recién levantado, yo conmigo mismo…” La selfitis está en auge.
Selfitis: qué es y qué problemas genera
La Asociación Americana de Psiquiatría (APA) ha dicho bien claro lo que ya sospechábamos: se llama ‘selfitis’, es un trastorno psicológico y tiene que ver con la falta de autoestima.
¿Sentís la necesidad irrefrenable de fotografiarte haciendo caras sensuales, mirando al horizonte o mostrando los resultados del gimnasio frente al espejo del baño? Si la respuesta es afirmativa, tienes al menos un problema.
Se llama ‘selfitis borderline’ (en su versión más suave) y deberías hablar con un especialista. Eso sí, siempre podría ser mucho peor, porque, según la Asociación Americana de Psiquiatría (APA), estás solo comenzando a padecer el síntoma.
Una fase más avanzada de la patología comenzaría en el momento en el que esas mismas fotos, o diferentes versiones de los mismos gestitos, las subís tres veces al día a tu Facebook, Twitter o Instagram.
Justin Bieber, Kim Kardashian o Miley Cyrus, con más de 17, 15 y 10 millones de followers respectivamente solo en Instagram, todos con una enorme voluntad recibir halagos, parecen sufrir este trastorno.
Estaríamos hablando entonces de ‘selfitis aguda’, que se define científicamente así:
“El deseo compulsivo obsesivo de sacar fotos de uno mismo y publicarlas en redes sociales como una forma de compensar la falta de autoestima y de llenar un vacío en la intimidad”
Llegados a este punto, no está de más que cada cual que se examine su muro. Y también el grado de ansiedad que experimenta mientras espera los comentarios a posteriori. Sobre todo porque ya se están diagnosticando casos de personas anónimas con ‘selfitis crónica’
Selfities crónica: superar las seis fotos diarias subidas a redes
El Daily Mirrow publicó incluso un reportaje sobre un adolescente inglés que llegó a hacerse 200 ‘autofotos’ por jornada.
Al parecer, y siempre según los psicólogos, este ‘derrape’ narcisista funciona a la inversa: cuanto más te “cuelgas” a vos mismo, más necesidad de reafirmación tienes. Es decir, más inseguro eres con respecto a tu propia imagen y todo lo que le rodea y más vulnerable de paso a las reacciones negativas de los otros.
Funcionaría como una adicción cualquiera, con ‘malos viajes’ incluidos si las críticas se repiten
Pero no todo es enfermedad. Al fenómeno ‘selfie’, cuyo término se recogió por primera vez en 2002 y evolucionó exponencialmente hace un par de años con la generalización de la doble cámara en los móviles, se han unido decenas de personajes famosos sin llegar a la patología. De hecho, no eres nadie si no has hecho llegar a tus millones de fans en redes varios autodisparos.
Los especialistas en ‘comunity management’ y semiótica, aseguran por su lado que los ‘selfies’ en su justa medida son positivos para los rostros conocidos, ya que dan una imagen más cercana y espontánea del autor, lo que podría favorecer la relación con los fans. Y por fans se entiende también a clientes, votantes o feligreses.
Moraleja: lo poco agrada y lo mucho cansa
El Papa Francisco y Obama han sido dos de los últimos líderes mundiales que tampoco han podido escaparse, si bien es cierto que con desigual repercusión. Al pontífice argentino le está sirviendo para acercarse a sus feligreses más jóvenes, sobre todo después de que el Vaticano inaugurase su Twitter, y a Barack le reportó una mini-bronca de Michelle, tal y como filtró la prensa, por entretenerse lúdicamente con su atractiva acompañante rubia en el funeral de Nelson Mandela.
Esta moda-patología se ha extendido también a otros ámbitos de la cultura de masas. Las marcas no han perdido la oportunidad de diseñar camisetas y cazadoras con lemas que incluye la palabra ‘selfie’.