Las toallas siguen siendo un clásico entre los objetos que algunos clientes deciden llevarse de los hoteles, pero esta mal llamada “picardía” evoluciona y la “estrella” es la amenaza de escribir un comentario negativo en las redes sociales, para conseguir un descuento en la estancia.
Internet ha revolucionado el turismo y no solo por la facilidad para organizar los viajes e informarse previamente de los destinos, sino por la posibilidad de compartir experiencias con otros usuarios, una ventaja de la que algunos quieren sacar partido.
La amenaza de un comentario negativo en las redes sociales es una “moda” para intentar descuentos. Normalmente son quejas sin fundamento y los clientes desisten cuando el personal del establecimiento les dice que sigan adelante con el comentario.
Con el fin de lograr una rebaja, algunos se quejan de que la camarera no les ha hecho la habitación y después “les perturba el descanso”, o también de que no haya piscina en el hotel aunque en ningún caso se haya publicitado este equipamiento.
Los empresarios combaten como pueden, con un mayor control en sus instalaciones.
Así tratan de evitar que se cuelen más personas a dormir de las que figuran en la reserva sin pagar la diferencia, o que desayunen gratis algunos clientes cuando sólo se ha contratado el desayuno para uno de los huéspedes de la habitación. Otra práctica fraudulenta es rellenar las botellitas de ginebra o whisky.
Entre los objetos que se roban, están los controles remotos de la televisión a las pilas que contienen, las bombillas de bajo consumo de la habitación o las cucharillas de café.
Hay anécdotas, como la de un extranjero que se alojó en otoño de 2014 en una habitación del hotel Maestranza con vistas a la plaza de toros, y después quería que le invitaran “en compensación” porque decía ser antitaurino.
Los hoteleros han “tomado cartas en el asunto” y van disminuyendo los objetos faltantes, no obstante, a veces hay “algún listo”, como el que hace un garabato en lugar de su firma real al cargar las consumiciones en la cuenta de la habitación, para intentar no abonarlas al final de la estancia.
Algunas cadenas hoteleras han optado por instalar sistemas electrónicos en toallas y albornoces que ‘pitan’ al pasar por la puerta del hotel.
En la actualidad, están preparando al personal para enfrentar la moda 2.0