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#NiUnaMenos: un intento de abuso en Palermo que todos debemos conocer y denunciar

Un domingo por la tarde y un tenebroso episodio a metros de un shopping a cielo abierto. La víctima pide que todos tomemos conciencia. Aquí estamos.

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Una periodista del portal web Big Bang News denunció que dos jóvenes la amenazaron con una navaja e intentaron abusar sexualmente de ella el domingo a la tarde, en el paso bajo nivel de las vías del tren San Martín, en Juan B. Justo y Soler, en el barrio porteño de Palermo.

Manuela Fernández Mendy, protagonista del hecho, relató que cuando regresaba a su casa desde su trabajo, a las 19:10 del domingo, dos hombres la tomaron por sorpresa y la llevaron por la fuerza a un pasillo que corre en forma paralela a las vías y que lleva a una zona de galpones ferroviarios, actualmente fuera de servicio.

Manuela empieza su relato diciendo que: “el paso a nivel de Soler tiene, tal vez, uno de los murales más lindos que vi en Buenos Aires”. “Es tiempo de brillar”, reza la frase, adornada con venecitas de colores, que supe retratar y elegir hace casi un año como foto de portada de Facebook.

“Salí de la redacción, ubicada en el corazón de Palermo, y me fui a vivir… Minutos antes, mi mejor amiga me había mandado un mensaje diciéndome que estaba con su hija disfrutando del espectáculo. Pero no llegué a entrar. Un tirón, una navaja y un “vení, putita”, me lo impidieron”. La metieron en ese pasillo del horror, “el pasillo de J. B. Justo”.

“Desaparecí de la faz de la tierra. Estaba a diez metros del lugar en el que decenas de personas participaban de un festival al aire libre”

Según explicó la periodista, de 28 años, mientras uno de ellos la tomó con violencia de un brazo, el otro la levantó de la cintura, le tapó su boca con la mano y le colocó una navaja a la altura de la cintura.

Pese a que habían comenzado a desnudarla, Fernández Mendy logró escaparse mordiendo la mano de uno de los asaltantes y gritando por auxilio, momento en el que apareció un hombre que caminaba por la zona y amedrentó a los abusadores con su presencia, y se escaparon a pie del lugar.

“Sentí la navaja rozar mis costillas e instalarse con comodidad en mi cintura. El de gorrita, el mismo que me había deslizado al oído ese repulsivo “putita”, sostenía la punzante amenaza contra mi cuerpo, mientras procuraba taparme la boca con firmeza –otra vez, el olor a óxido- y respirarme al oído”

“El otro, con la perversión impregnada en sus apagados ojos, me miraba de arriba abajo. “Mamita”, se regodeó, mientras comenzó a masturbarse. Se mas-tur-bó: no pienso utilizar un sinónimo suave. Comenzó a deslizar su mano con velocidad sobre su miembro y le pidió a su colega que me sacara las calzas”, continuó con su relato.

“Nunca me sentí más sola ni vulnerada en mi vida”

“Mi cuerpo temblaba, mis manos no me respondían y mis piernas comenzaban a aflojarse. Pero hubo un valiente. Hubo un hombre que se metió en el pasaje y los amedrentó con su sola presencia. Y los compadritos, los machos cabríos que se creían invencibles frente a la “debilidad física” de una mujer, corrieron como ratas”, continúa el escalofriante relato en primera persona de lo que vivió Fernández Mendy.

Manuela eligió su pluma para dar la pelea con mucha valentía y la noticia corrió como pólvora. Habían pasado ya otros muchos horrores en ese pasillo, pero esta vez se equivocaron de víctima. Esperemos que el grito de Manuela esta vez sea oído.

#NiUnaMenos

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