Hace unas semanas, una charla para adolescentes sobre cómo hacerse un aborto con pastillas despertó una fuerte polémica. Fue realizada por un grupo de La Cámpora en el colegio Carlos Pellegrini, de Buenos Aires, y según el rector las autoridades no conocían el tema que iban a desarrollar. Pero el tema no terminó ahí. O no arrancó allí: una publicación de la editorial Madres de Plaza de Mayo repite la misma situación. Personas comunes, ajenas a cualquier formación médica, desarrollan a lo largo de 144 páginas “Todo lo que tenés saber para hacerte un aborto con pastillas”.
Firmado por Lesbianas y Feministas por la Descriminalización del Aborto, editado en 2012, arranca proponiendo una asociación entre la proscripción del peronismo, la discriminación de las homosexuales y falta de difusión, por parte de las “corporaciones mediáticas”, de información sobre cómo abortar.
El objetivo del libro, explican, es reducir las muertes por abortos y facilitar a las mujeres una decisión que “es su derecho”. Y brinda decenas de páginas, con lujo de detalles, sobre cómo usar el misoprostol, una pastilla que sirve para interrumpir un embarazo.
Más allá del complejo debate sobre el tema, el punto polémico, como ocurrió con la charla del Pellegrini, es que no es un libro realizado por médicos ni especialistas en salud. Y mezcla ideologías con temas médicos con una liviandad que se vuelve muy peligrosa para la salud de la mujer.
Buena Vibra accedió al PDF porque la publicación se difunde en foros y grupos de Internet, y se comparte en redes sociales o lo mandan por mail los vendedores de pastillas.
“Abortar es normal para las mujeres. Es raro conocer una mujer que nunca haya abortado”, dice.
En sus páginas, la publicación dice que se puede hacer un aborto con misoprostol si estás amantando, “tirando la leche las doce horas posteriores”; si sos diabética, si tenés pólipos en el útero o si tenés problemas de tiroides o VIH, y que nada ocurre si tomás drogas o alcohol mientras lo usás.
También aclara varias veces que es peligroso después de la semana 12 de embarazo, pero igual dice cómo hacerlo hasta la semana 15, e incluso da información sobre qué hacer hasta la semana 20.
En un capítulo, explica qué decirle a la ecografista si queremos confirmar el embarazo o las semanas que lleva el mismo: “si te ofrece escuchar el corazón o mostrarte el embrión, podés decirle que dé vuelta la pantalla y que baje el volumen”.
Quienes escriben el libro dan parámetros para saber si se está en una emergencia y qué hacer y decir en un hospital. “Si llenás más de cuatro toallitas de sangre en dos horas es hemorragia. Andá de urgencia a un hospital”.
No sabemos ni podemos decir si la información es correcta a nivel médico o si es errónea y supone errores. Pero no deja de llamar la atención, y de preocupar, que algo tan delicado a nivel físico y emocional se edite y se divulgue sin consejo médico, sin cuidado médico, y sin la contención personal y profesional que algo tan delicado merece.
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