Muchas veces hemos leído y hasta nos hemos preguntado si efectivamente los 65 años de ahora son los 55 de antes. Una pregunta aparentemente sencilla y con mucho de subjetividad pero no por eso fácil de contestar, especialmente por esto último: la subjetividad o el aspecto cualitativo que encierra el mismo proceso de la vida.
No solo los médicos, sino las personas, sabemos que después de los 60 años comienzan a presentarse algunos problemas de salud con mayor frecuencia que pueden afectar nuestra vida diaria. Pérdida de audición, disminución de la agudeza visual, mayor número de problemas cardiacos son algunos de ellos; pero, en esa edad, es cuando muchas veces nos damos cuenta de que hay personas que envejecen bien y, otras, menos bien. Es una visión que nos aproxima a la calidad de vida de la persona, al bienestar en sí mismo y que puede o no relacionarse a la longevidad.
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En la búsqueda de posibles respuestas a “si son los 65 de ahora los 55 de antes” se
encaminaron los investigadores del Instituto de Métrica de la Salud de la Universidad de Washington, en los Estados Unidos. Los resultados, publicados hace solo unas semanas, fueron una de las derivaciones del Estudio Global de carga de la Enfermedad, en su componente de medición para factores asociados al envejecimiento, especialmente aquellos indicadores del estatus sociodemográfico que refleja el desarrollo de un país.
Los investigadores partieron de la base de que los clásicos estudios de envejecimiento poblacional no suelen diferenciar entre expectativa de vida y años de vida saludable adquiridos; variables que reflejan no solo longevidad sino estado de salud. De esta manera, los investigadores decidieron incorporar y valorar una serie suficientemente amplia de enfermedades que afectan a las personas, permitiendo que se pueda comparar entre países en el mismo período de tiempo, para así poder entender el proceso de envejecimiento.
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Así fue como se preguntaron “A qué edad una persona se siente como si tuviera 65 años?”, partiendo de la base de relacionar 92 tipos diferentes de enfermedades -de las cuales 5 de ellas correspondían a enfermedades comunicables o transmisibles, 81 no transmisibles y 6 a otros tipos de lesión- que afectan en promedio y de manera global a una persona de 65 años; y así, comparando y estimando a qué edad en los 195 diferentes países que evaluaron se presenta la misma condición.
Los hallazgos, que fueron publicados en The Lancet Public Health, mostraron que, para los japoneses, recién a los 76 años se presentan las condiciones de salud que en promedio tienen las personas del mundo a los 65, mientras que en el otro extremo estaban los habitantes de Papua Nueva Guinea con 46 años.
En Iberoamérica, países como España se ubicaron 7 con 75 años, Perú 10 con 74.3;
Colombia 12 con 73.7 años, Chile 35 con 71.1 años, México 48 con 70.3 años, Uruguay 53 con 68.5 años y, Argentina, 58 con 66.4 años.
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Los problemas de salud en las personas pueden favorecer la exclusión social, ya que para trabajar y ser partícipes se debe gozar de buena salud; y esto, llevado a una visión de política pública, impacta en jubilaciones anticipadas, mayor gasto en la sanidad pública y mayor grado de dependencia.
En países como Argentina o México, países que representan muy bien a América Latina, el resultado nos muestra la aún persistente y creciente fuerza de la desigualdad, donde aún contestar a si los 65 de ahora son los 50 de antes resulta muy difícil de responder.
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