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Phelps y la “sorpresa” de una medalla de plata

Lo que debería asombrar es la reacción mediática

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Los datos son conocidos. Michael Phelps es el deportista con mayor cantidad de medallas en la historia de los Juegos Olímpicos.

Hasta ayer había logrado 27 en total, 22 de las cuales fueron de oro. Un record impresionante, único, probablemente insuperable.

Sin embargo ayer la “noticia” fue que Phelps “no pudo ganar el oro” en los 100 metros mariposa y “se tuvo que conformar” con la de plata. Ese fue el titulado de casi todos los medios, esa fue la “sorpresa” del día en la natación olímpica.

Mirado desde el sentido común el asombro parece parte del mundo del revés.

No sólo porque hablamos de uno de los mayores atletas de todos los tiempos sino porque nos referimos a un deportista que regresó a la competencia cuando pocos lo esperaban y lleva ganadas cuatro medallas de oro y una plateada en las cinco pruebas en que compitió en Río 2016.

Lo preocupante es el mensaje. Si el segundo puesto de Phelps es noticia porque no ganó su quinto oro (en cinco carreras) algo anda mal, muy mal, en la percepción que la sociedad tiene del deporte.

No es novedosa la adicción al éxito, a una pésima, salvaje y exacerbada concepción del éxito, que impera en nuestros tiempos.

Si algo puede aportar el deporte, en particular su máxima expresión que son las Olimpíadas, es la reivindicación del valor de la competencia leal, del esfuerzo, de la solidaridad entre los atletas y del estímulo para que cada uno dé lo mejor de sí.

Ese es el verdadero espíritu olímpico. Por fortuna el cálido abrazo de Phelps al joven Schooling, el nadador de Singapur que triunfó en la prueba, el que hace ocho años era sólo un niño que se sacaba la foto con su ídolo, nos muestra el camino.

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