El fin de semana pasado, cuando octubre entraba en su recta final, las calles de la ciudad de Saint George, en Canadá, se vistieron de fiesta. Los 3.000 habitantes llenaron cada rincón de la pequeña ciudad con luces de colores, decoraciones con abetos y renos, villancicos y personas disfrazadas de Papá Noel. Adelantaron la Navidad por motivos ajenos al consumismo típico de muchas ciudades occidentales: la intención fue regalarle un festejo anticipado a Evan, un niño de siete años diagnosticado con un cáncer avanzado.
El pequeño Evan Laversage y su familia llevan más de cinco años luchando contra la enfermedad. Pero hace unas semanas el médico les notificó que el tumor, ubicado en el cerebro, se estaba expandiendo con rapidez y que a Evan no le quedaba mucho tiempo. Fue así que su madre pidió a los familiares cercanos si podrían avanzar la Navidad un par de meses, y fueron ellos los que, rápidamente, a través de Facebook, organizaron al resto de los habitantes de Saint George para celebrar junto a Evan.
La mayoría de casas de los vecinos fueron decoradas con luces y pancartas navideñas. También planearon una cabalgata que pasó por delante de casa de Evan para que pudiera ver desde la ventana como toda la ciudad le felicitaba las Navidades.
“Si miras por la ventana principal de nuestra casa, ves toda la calle encendida. Allá donde mires es Navidad. Es más de lo que podría haber imaginado. Es una locura. La gente ha ido mucho más allá de mis sueños”, agradeció emocionada su mamá, Nichole Wellwood. “Es hermoso tener una ciudad entera que te ama”.
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