En el mundo de las relaciones afectivas existen patrones emocionales que, aunque no figuran en manuales médicos como el DSM-5, son reconocidos por psicólogos y terapeutas por el impacto que tienen en la vida de las personas. Uno de ellos es el síndrome de Fortunata, un concepto que nace de la literatura española, pero que hoy se utiliza en la psicología moderna para describir un tipo de dependencia emocional muy frecuente, sobre todo en contextos de vínculos amorosos complejos.
Qué es el Síndrome de Fortunata
El término proviene de la novela Fortunata y Jacinta de Benito Pérez Galdós, en la que la protagonista, Fortunata, mantiene una relación con un hombre casado a pesar del sufrimiento que le genera esa situación.

En la actualidad, el síndrome de Fortunata se aplica a quienes se enamoran de una persona comprometida y quedan atrapados en una dinámica de amor imposible, celos y frustración.
Conocer qué significa este síndrome es clave para reconocer patrones dañinos y tomar decisiones más saludables en la vida personal.
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¿Qué es el síndrome de Fortunata?
El síndrome de Fortunata se refiere a la situación en la que una persona se enamora de alguien que ya tiene pareja estable y no logra romper con ese vínculo, incluso sabiendo que le causa sufrimiento.
Este tipo de dinámica se caracteriza por:
- La idealización de la persona comprometida.
- La rivalidad con la pareja oficial.
- El sentimiento de inferioridad frente al vínculo principal.
- La imposibilidad de cortar la relación, pese a la frustración constante.
Aunque no es un diagnóstico clínico oficial, muchos terapeutas lo usan para explicar casos de dependencia emocional y relaciones tóxicas.
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Síntomas del síndrome de Fortunata
- Idealización de la pareja: La persona afectada suele justificar las faltas de la pareja y mantener una visión exageradamente positiva, incluso cuando la relación está marcada por engaños o ausencias.
- Celos y rivalidad: El vínculo genera competencia constante con la pareja oficial, lo que lleva a sentimientos de envidia, enojo o tristeza profunda.
- Baja autoestima: El rol secundario alimenta la inseguridad personal y la percepción de no ser suficiente.
- Dependencia emocional: Existe una necesidad constante de contacto, aprobación y validación por parte de la pareja.
Causas del síndrome de Fortunata
Algunos especialistas asocian este patrón con:
- Experiencias previas de abandono emocional.
- Relaciones familiares disfuncionales, donde se aprendió a amar desde la carencia.
- Miedos al compromiso sano, que llevan a buscar vínculos imposibles.
- Personalidades con tendencia a la sumisión o a la idealización del otro.
Cómo superar el síndrome de Fortunata
- Reconocer el problema: Aceptar que la relación genera más dolor que felicidad es el primer paso.
- Fortalecer la autoestima: Trabajar en la autovaloración es clave para no aceptar un rol secundario.
- Establecer límites: Definir qué situaciones no son aceptables ayuda a cortar el ciclo tóxico.
- Buscar ayuda profesional: La terapia psicológica, especialmente la terapia cognitivo-conductual, puede acompañar el proceso de sanación.
- Construir nuevos vínculos
Invertir tiempo en amistades, hobbies y nuevas relaciones ayuda a generar independencia emocional.
El síndrome de Fortunata no es un diagnóstico médico, pero describe un patrón real que afecta a muchas personas: enamorarse de alguien comprometido y vivir atrapado en una relación que limita la libertad emocional. Reconocerlo, pedir ayuda y trabajar en la autoestima son pasos fundamentales para salir de esta dinámica y construir relaciones sanas, equilibradas y felices.

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