Llegar a un estado de alegría genuina es posible. Si bien se trata de un camino profundo e intenso, algunas de las claves para emprenderlo pueden ponerse en práctica de forma rápida a través de un trabajo interno para terminar el año de forma positiva.
“El primer punto para comprender el camino hacia la alegría es entender que se trata de un estado corporal/emocional que no está sujeto a lo económico, a lo material o a las condiciones de la vida en un momento determinado. Cada ser humano, independientemente de lo que ocurra, puede hacerse eco de esta idea: todos podemos alcanzar la alegría, más allá de nuestra situación”. Con esta primera afirmación, la Licenciada Alicia Dellepiane señala el punto de partida que lleva a alcanzar el estado más puro de alegría.
Qué se entiende por alegría
El concepto supera al término banal vinculado con una sensación de bienestar producto de un buen chiste o situación graciosa. La alegría que buscamos es mucho más profunda e implica un camino de autoconocimiento. Requiere trabajar el cuerpo y la mente, ya que la mente puede educarse y la alegría aprenderse (como aprendemos un idioma) de manera de que salga a la luz.
Este estado se logra conquistando un lugar interior que marca un nuevo modo de ser, en el que la alegría está presente de manera constante. Para que esto ocurra es importante llegar a un equilibrio entre los distintos aspectos que hacen a la identidad de cada persona: cuerpo, mente, dimensión social y espiritual. Y en estos cuatro aspectos es donde se focalizan los pasos de este trabajo de autoconocimiento que llevan a la transformación.
Pasos para el aprendizaje: cuerpo – mente – espíritu – entorno
Entre algunos de los puntos a contemplar para trabajar en la educación de cuerpo y mente, a fin de alcanzar un estado de alegría, en su último libro, Camino a la alegría, la Lic. Dellepiane, comenta algunas de las tareas que se pueden comenzar a interiorizar y poner en práctica para emprender la búsqueda.
1- Educar a nuestra mente para que las capacidades que se encuentran dormidas dentro de cada uno salgan a la luz y se manifiesten en acciones. La alegría se encuentra dentro de cada uno. Lo importante es trabajar para que se haga manifiesta.
2- Estar atentos a los miedos, de manera que no se vuelvan nuestros asesores en la toma de decisiones.
3- Aceptar lo que está ocurriendo en un momento determinado sin oponer resistencia, y utilizando la situación como plataforma de lanzamiento para el cambio.
4- Aceptar que los cambios son inherentes a la vida, tanto a nuestro alrededor como en nosotros mismos. El miedo al cambio es una gran barrera hacia la alegría.
5- Ser conscientes de la tendencia a demorar la toma de decisiones y la concreción de las acciones. El “patear para adelante” responde más a miedos y resistencias que a una incapacidad real para realizar una acción. Completar una tarea brinda mucha más satisfacción que dejarla para otro momento.
6- Conocer nuestros pensamientos, los que están a la vista y los que no, aquellos de los que estamos orgullosos y de los que no. Conocerlos es conocerte.
7- Saber que la mente no tiene otras barreras más que las que uno mismo le impone.
8- Observar imágenes positivas en las experiencias de todos los días. Las imágenes y los pensamientos positivos conducen a acciones de ese mimo estilo y a una mayor sensación de bienestar.
9- Cambiar tus hábitos. La persona que está triste, repite tristeza. Quien se enoja continuamente, sólo ve enojo a cada paso. Conociendo los mecanismos por los cuales se establecen los hábitos, se hace posible salir del hábito insatisfactorio y generar uno que resulte atractivo, deseable, vital y alegre.
10- Conocer los recursos que nos permiten acceder a la alegría que ya están en nuestro cuerpo, disponibles para ser usados, como por ejemplo, la respiración. Con ella podemos acceder a la serenidad, que no sólo crea bienestar sino que también nos permite elegir los mejores contenidos e imágenes del día a día a los cuales tiene sentido dedicarles tiempo y energía.
11- Comprender que mente y cuerpo trabajan en conjunto: si la mente quiere algo y el corazón no, difícilmente se logre y viceversa.
12- Trabajar en la aceptación de las diferencias con otras personas. Cuando aprendemos a reconocer que hay múltiples miradas posibles ante una misma situación, los conflictos se minimizan y las diferencias no sólo no se padecen sino que agregan valor.
13- Elegir que el amor y la dimensión espiritual tengan un espacio predominante en nuestros pensamientos, actitudes, e intercambios.
“En Camino a la alegría los lectores encuentran una guía teórico- práctica para comprender estos conceptos y aplicarlos en el día a día, de manera de comenzar a vivir de forma más serena, positiva y con mejores vínculos con el entorno. Ante momentos de balances, como por ejemplo las fiestas de fin de año, predisponerse a trabajar para conquistar la alegría ya es un primer paso para generar un cambio positivo”, afirma Dellepiane.
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