En una conferencia sobre Generación NINI, gran parte del público -en su mayoría padres- coincidía en una preocupación: la relación de los jóvenes con la tecnología. En mis charlas con jóvenes siempre formulo la misma pregunta: cuántos de ellos en algún momento del día apagan su teléfono móvil. No hay manos levantadas en la gran mayoría de los casos. Cuando interrogo porqué, las respuestas son llamativas y variadas: “¡Por si pasa algo!”, “para estar conectado”, “por si acaso…”
Chupete de la post modernidad, ninguno sabe porqué pero lo necesita. Cual objeto transicional, la hiperconectividad los protege de la soledad y el desamparo: siempre hay alguien o algo del otro lado. No es para despertarse que no lo apagan: creo que es por miedo a dormirse, y a quedarse solos con ellos mismos.
La virtualidad propone un encuentro ficticio con un otro que funciona como analgesia emocional. Hiperconectados, se pierden el maravilloso deleite de imaginar. De soñar despiertos. De crear.
Un paciente, adolescente me hablaba de un compañero del colegio diciéndome “lo solo que estaba,porque tiene apenas quince amigos en su muro”. El, en cambio, tiene casi quinientos. La acumulación tranquiliza, ver que hay mucho de algo da la sensación de alivio, todavía queda comida suficiente en la despensa, no tendremos hambre.
Los “amigos virtuales” son en realidad la ilusión de la pertenencia. La hiperconexión engaña.
Tips para padres: decálogo para el uso saludable de la tecnología
Recordemos que los tiempos cambiaron y no hay que pelearse con lo nuevo. El problema se presenta cuando la vía virtual suplanta otras que tienen que ver con el encuentro genuino. Si la virtualidad es trampolín al mundo real, bienvenida sea, si en lo virtual permanece estamos en problemas.
1-Uso de telefonía celular:
Tiene sentido que un pequeño utilice un teléfono móvil a partir de que logre una mínima y creciente autonomía respecto a los adultos. ¿Qué lógica tiene que tenga un teléfono si permanentemente hay un mayor que lo cuida? Sugiero también, en países en donde la seguridad es materia pendiente, que los primeros celulares para chicos pequeños no sean de alta gama. Necesitamos que puedan llamarnos si lo requieren. No es necesaria una foto de 20 megapíxeles desde el teléfono, ni mucho menos una selfie que los distraiga en su andar por la vía pública.
2- Edades
Según investigaciones recientes la relación entre las edades y el uso de estímulos tecnológicos debe ser: TV a los 3 años, computadora a los 6 y teléfonos móviles a los 12 años.
3-Redes sociales
Fomentemos un uso cuidadoso y prudente de las mismas. Esto es, cuidemos el mundo privado de nuestros hijos, que puedan sostener la diferencia entre el afuera y el adentro. Si son pequeños, (10/13 años) pongamos como condición ser contactos o “amigos” dentro del Facebook por ejemplo, no como una intromisión inconsulta sino como un acompañamiento cuidadoso.
4) Diversificar
El juego, el aprendizaje, el desarrollo de habilidades sociales y la incorporación de valores deben ser prioridad. El uso de la tecnología no debe perturbar estas funciones básicas.
5) Dar el ejemplo: autolimitarnos
Los padres deben enseñar con el ejemplo. No se puede poner un límite con un teléfono celular en la mano ni estar hiperconectados a la hora de reunirse en familia.
6) Restringir
El tiempo para estar frente a una computadora o a la TV no debe ser “indefinido”. Ayudar a que el niño pueda regular ese contacto incentivando el desarrollo de otras actividades o el descanso. Sugerimos no más de dos horas continuadas sobre todo en niños pequeños.
7) Jugar, moverse, hacer deporte
Compartir con los hijos actividades lúdicas, expresivas, deportivas, etc. No se ríen de la misma manera los pequeños cuando juegan en la computadora que cuando lo hacen a la vieja usanza.
8) Rescatar la mirada y el encuentro
Recordemos, que un niño que detiene la mirada en un teclado se pierde la posibilidad de la mirar al otro y de abrirse a la amplitud del mundo. Compartamos al menos media hora sin aparatos prendidos, de ningún tipo, con las personas que queremos: la calidad de los vínculos, agradecida. Las almas no se nutren de pulgares arriba, de muros con muchos “me gusta”. Los abrazos son irreemplazables.
9) Reconectar con el otro
Los rasgos de aislamiento y la ansiedad social (miedo a relacionarse) encuentran en la tecnología una aliada para ocultarse y no enfrentar la realidad. Propiciemos momentos durante el día de aparatos apagados y miradas encendidas.
10) Recuperar el valor del cara a cara
El contacto virtual nunca reemplazará al encuentro “cara a cara”: la mirada, las emociones, los valores humanos, no podrán ser nunca trasmitidos por una máquina. Cuando chateamos no interactuamos: es útil pero no reemplaza la interpersonalidad.
Mensajes de textos, whats app y demás yerbas son muy útiles para decir cosas sencillas y triviales: en 10 estoy, poné el agua para los fideos, ¿pata o pechuga? Pero reservemos lo importante para el cara a cara…
Si Clark Gable hubiera tuiteado “Deberías ser besada más menudo y por alguien que sepa cómo hacerlo”, miles de millones de personas la hubieron puesto en sus muros en Facebook, pero agradecemos a los hermanos Lumiere que en los tiempos de “Lo que el viento se llevó” no existían tales cosas…
Lo dije una vez, lo sigo diciendo, lo diré siempre: Los tiempos han cambiado, pero la esencia sigue siendo la misma, acompañemos en esta faena a nuestros hijos, y demos ejemplo: desconectemos para conectarnos.
Por Alejandro Schujman, psicólogo especialista en adolescentes. Autor del libro Generación Ni Ni y coautor del libro Herramientas para padres.
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