Personas de todos los países y de todas las generaciones están subiendo a las redes sociales y compartiendo lo que podría ser su imagen en la vejez. FaceApp es el entretenimiento de moda por estos días y desde distintos sectores han empezado a advertir la contracara del fenómeno: tomar conciencia sobre qué hacen las empresas con tus fotos. “Estás entrenando a las herramientas de reconocimiento facial”, alertan. No se trata de no jugar, sino de hacerlo sin inocencia.
Es tal el auge de las aplicaciones y sitios que invitan a sumar tu fotogragía con fines “lúdicos”que los investigadores han empezado a advertir sobre “los peligros de FaceApp, la app que te hace viejo”, que se ha convertido en la app más bajada en la Argentina y en más de cincuenta países.
Creada por el ruso Yaroslav Goncharov, usa redes neuronales para escanear caras y hacerlas más viejas o más jóvenes y permite jugar con tu rostro agregando distintos tipos de barbas o incluso cambiando el género, entre otras opciones. “Todo este modelo de negocios está recogiendo cantidades masivas de datos personales sin ninguna idea de cómo podría ser utilizado en el futuro”, destacan los investigadores.
Es una tendencia que se acelera. Empresas e investigadores están recopilando bases de datos con rostros de personas sin forzar nada: la gente misma les regala su imagen. De esa manera, hay un enorme ecosistema que fomenta la propagación de la tecnología de reconocimiento facial.
Las bases de datos se construyen con imágenes de redes sociales, sitios web de fotografías, servicios de citas, cámaras colocadas en lugares públicos, etc. Millones de fotos son el insumo básico detrás del objetivo de crear sistemas de reconocimiento facial de avanzada
Según un informe de The New York Times, “esta tecnología aprende a identificar a la gente analizando tantas imágenes digitales como sea posible mediante redes neurales, las cuales son sistemas matemáticos complejos que requieren grandes cantidades de datos para generar el reconocimiento por patrones”.
El artículo explica que “las compañías y los laboratorios han reunido imágenes faciales durante más de una década y las bases de datos simplemente son una de las capas necesarias para crear tecnología de reconocimiento facial. Y, aunque en general las imágenes no van acompañadas de nombres, los individuos pueden ser reconocidos porque cada rostro es único y corresponde a una persona”.
De hecho, el FBI ya pasó más de una década usando ese tipo de sistemas para comparar las licencias de conducir y las fotografías de visas con los rostros de presuntos delincuentes.
Los expertos explican que “estas prácticas son invasivas” y “que esas empresas no respetan la privacidad. Cuanto más ubicuo se vuelve el reconocimiento facial, más quedamos expuestos a ser parte del proceso”.
Las sospechas no se quedan solo en el origen y la naturaleza de la empresa dueña de FaceApp sino en los términos y condiciones que aceptamos cuando la usamos. Allí podés ver lo que pueden llegar a hacer con la información que proporcionás a la ‘app’ de forma gratuita, ya sean fotos o datos personales.
FaceApp reserva todo un apartado para explicar que “no alquilaremos ni venderemos su información a terceros fuera de FaceApp sin su consentimiento”, pero a la vez se guarda muchísimas excepciones. Detalles como que pueden compartir tu información sin un consentimiento explicito “con organizaciones de terceros que nos ayudan a proporcionarle el servicio”.
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