La humanidad se encuentra en la situación de mayor riesgo para su supervivencia desde 1953, cuando los Estados Unidos y la Unión Soviética se amenazaban con las primeras bombas nucleares.
Esa es, al menos, la conclusión del destacado panel de científicos –que incluye a 15 premios Nobel- que decidió el jueves 26 de enero adelantar 30 segundos el “Reloj del Fin del Mundo”, símbolo de la proximidad a la destrucción de la especie.
Sólo dos minutos y medio nos separan simbólicamente de una catástrofe de dimensiones impredecibles, de esa medianoche que cerraría la rica historia construida por los seres humanos durante miles de años
El célebre Reloj de Doomsday fue creado hace 70 años por el Boletín de Científicos Atómicos de la Universidad de Chicago para alertar sobre la gravedad de los experimentos nucleares desarrollados en medio de la llamada “guerra fría” que sucedió al final de la segunda guerra mundial y, en especial, sobre la amenaza de un conflicto global nuclear.
Con el transcurso del tiempo, los científicos añadieron en su evaluación los gravísimos riesgos derivados del calentamiento global y el cambio climático así como los daños irreparables derivados de nuevos desarrollos en la ciencia y la tecnología.
El adelantamiento del reloj que acaba de producirse tiene origen en dos circunstancias señaladas como de extrema preocupación.
“Las palabras importan. No tanto como los hechos, pero importan mucho”
Esa fue la concluyente frase del portavoz del panel al anunciar que el reloj debía adelantarse
Otro factor determinante es la sucesión de records de años de temperaturas cada vez más elevadas que viene padeciendo el planeta y ya están causando fenómenos dañosos de niveles crecientes e incontrolables.
El año 2016 fue el más caluroso de la historia y esto sucedió por tercer año consecutivo. Las mediciones del siglo XXI señalan la magnitud brutal del fenómeno climático:
16 de los 17 años de mayores temperaturas se registraron en este siglo
Es sabido que el nuevo mandatario de EEUU niega tanto la magnitud del cambio en el clima como su origen y consecuencias, a contramano de la opinión de la abrumadora mayoría de los científicos, de los organismos internacionales y del propio acuerdo global alcanzado para enfrentar tan grave amenaza para la supervivencia.
El riesgo es que el país que mayor contaminación causa a la atmósfera terrestre se aparte de esos acuerdos, en particular el logrado en París en 2015 que entrara en vigencia el 5 de octubre de 2016. La convención, ratificada por 96 países y la Unión Europea, es la herramienta principal cuya real aplicación ahora corre peligro.
En el año 1947 los creadores del Reloj del Fin del Mundo lo colocaron a 7 minutos de la medianoche. En 1995, gracias a los avances contra las armas nucleares, ese lapso se había ampliado a 14 minutos. Hoy los expertos nos alertan sobre la magnitud de la amenaza que todas, absolutamente todas las personas afrontamos.
Ciertamente no tenemos otro planeta al cual escapar.
Es quizás más que nunca el momento de releer el magnífico poema que el escritor estadounidense Kurt Vonnegut dedicó como un “Requiem” -tal su título- a la Tierra:
Réquiem:
“El crucificado planeta Tierra,
debería encontrar una voz
y sentido de la ironía
para poder decirnos
ahora que ya hemos abusado de él:
“perdónalos, Padre, porque no saben lo que hacen”
La ironía sería que sí sabemos lo que hacemos
Cuando el último bicho viviente
haya muerto por nuestra culpa
qué poético sería si la Tierra pudiera decir
con su voz alzándose
Tal vez desde el fondo del Gran Cañón:
“Se acabó, a la gente no le gustaba estar aquí”.
Utilizamos cookies de terceros para mostrar publicidad relacionada con tus preferencias. Si continúas navegando consideramos que acepta el uso de cookies. Puede obtener más información en:
Politica de Privacidad