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Día Nacional de la Memoria: una fecha de toda la sociedad

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Hace 42 años comenzaba el período más siniestro y doloroso de la historia argentina. La dictadura instaurada el 24 de marzo de 1976 se apoderó del Estado e instrumentó desde su estructura un plan terrorista.

Miles de crímenes de lesa humanidad, desapariciones de personas, apropiaciones de niños, torturas, asesinatos, la cuantía y diversidad de los delitos cometidos es conocida y, en buena medida, ha sido establecida por los Tribunales mediante procesos públicos que respetaron las normas vigentes y el derecho de defensa de los acusados.

El Día Nacional de la Memoria por la Verdad y la Justicia es una fecha de toda la sociedad. En ella rememoramos el horror porque sabemos que olvidarlo abre las puertas a la posibilidad de revivirlo.

El Nunca Más es mucho más que una consigna o un deseo. Es la afirmación, sin peros, de que jamás debemos retornar al reinado del terror ejercido desde el Estado. Es el compromiso de impedir que queden impunes crímenes horrendos cuyas víctimas somos todos porque se cometen contra la humanidad, contra la condición del ser humano

Los breves párrafos que anteceden debieran bastar para que este sea un día donde los argentinos nos encontremos en torno a tan elementales valores comunes. Que compartamos el recuerdo de lo padecido junto a la convicción de que no puede volvernos a suceder. Que comprendamos la magnitud de la tragedia vivida en los que, con tanto acierto, llamamos “años de plomo”.

Es indispensable dejar de lado la fuerte tentación de usar la fecha para la confrontación partidaria. Asumir la trascendencia del aniversario y cerrar filas con la mira puesta en el objetivo primario de consolidar la Memoria para bien de todos

En los 35 años transcurridos desde el retorno de la democracia lo hemos logrado muchas veces. Un ejemplo alcanza para mostrarlo: hace menos de un año una gigantesca respuesta social impidió que el “dos por uno” se aplicase a crímenes de lesa humanidad y sirviera para reducir las condenas de los criminales. Fue una respuesta transversal, una expresión que superó cualquier “grieta” y condujo a un consenso amplísimo que puso fin rápidamente a la situación planteada.

Las deudas de la democracia siguen siendo, sin duda, inmensas

Amplios sectores de la población están sumergidos en la pobreza y carecen de condiciones básicas para una vida digna. El fenómeno de la criminalidad –en especial la organizada como la mafia y el narcotráfico- es una amenaza grave que nos afecta cotidianamente. La corrupción sistémica está arraigada en una muy considerable porción del poder político y económico. La sociedad desconfía –con justa razón- de su dirigencia y muy especialmente de la Justicia. La lista de problemas es larga y su solución sumamente compleja.

Podemos disentir en como ordenar las prioridades a resolver y en cuál es el mejor modo de hacerlo. El disenso es la base de la democracia y la política el modo de canalizar la expresión y participación que es nuestro derecho.

No hay otro camino que el respeto por la voluntad popular expresada mediante el voto. No existen atajos ni derecho a arrogarse más representación que la conferida por las urnas, las que además imponen a los electos la carga de actuar con pleno respeto a las leyes y rendir cuentas

Nada de eso disminuye la importancia del Día Nacional de la Memoria, de esta fecha que cada uno debe sentir como propia y comprender a la vez que le pertenece como parte de la sociedad.

Por nosotros y por las generaciones venideras, porque es difícil imaginar algo peor que regresar al infierno de aquellos años, repitamos juntos Nunca Más.

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