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El mensaje de Micaela: lucharemos por tus sueños

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Las palabras del padre de la joven entrerriana conmueven y convocan. Ante el dolor supremo de la pérdida, Néstor García nos transmite el hermoso mensaje de vida de su hija:

“Micaela era referente de un movimiento, con un compromiso marcado para buscar una sociedad distinta. Era muy especial, pero yo sé lo que ella pretendía, por lo que vamos en búsqueda de sus sueños”

Micaela era protagonista del #NiUnaMenos. Quería una sociedad distinta, le puso el cuerpo al grito social contra la violencia. Lo rescata su padre el día que se estrella con la noticia más desgarradora, la peor. Y aún así, sin dejarse arrastrar por su indecible padecimiento, recurre a los mejores valores de su hija, sin permitirse siquiera el odio: 

“Más allá de lo que uno sienta, se debe seguir el orden institucional, por lo que no se debe hacer justicia por mano propia. Vamos a vivir para tratar de lograr una sociedad más justa, como pretendía Micaela”

La nueva tragedia enluta a la Argentina y al mundo. Micaela se añade a la larga lista de víctimas de crímenes terribles y canallescos que no logran evitarse pese a una intensa y extendida movilización social.

Las violaciones y los femicidios no cesan y el grito de #NiUnaMenos se hace cada día más indispensable, más urgente

Falta aún un compromiso profundo y serio de la sociedad contra toda forma de violencia machista. La violación y el femicidio son, al cabo, una expresión extrema de esa violencia que sigue teniendo diferentes grados de justificación en amplios sectores de la comunidad.

Los casos de violadores seriales son siniestros, nos horrorizan, nos duelen profundamente. Sin embargo, son una muy pequeña proporción del total de casos de agresiones brutales perpetradas contra las mujeres por el sólo hecho de serlo.

La mayoría de esos crímenes suceden en el ámbito más cercano a la víctima y, en un altísimo porcentaje, no son siquiera denunciados. No es casual: tiene que vercon la penosa vigencia del machismo

Actitudes grotescas como la de Gustavo Cordera y su patética mención a “…mujeres que necesitan ser violadas para tener sexo” son una muestra clara de una cultura que tolera conductas demasiado extendidas, demasiado vivas. Señales de cambio asoman: el músico acaba de ser procesado por instigación a la violencia colectiva y alivia sentir que estamos un paso adelante y que hay sanción.

No ocurre sólo en Argentina: justamente en México, hace un par de días, un profesor universitario dijo en su programa de radio -emitido por la Universidad Nacional Autónoma de México- que “con la violación no hay para qué desgarrarse las vestiduras” porque “les gusta”. Tuvo consecuencias: el programa fue de inmediato cancelado. Un dato: el hombre había sido décadas atrás uno de los líderes de las históricas protestas estudiantiles mexicanas del año 68.

El caso de Micaela vuelve a sacar a la luz la falta de una política criminal coherente, seria y comprometida. Nuestro sistema carcelario está muy (pero muy) lejos de cumplir sus finalidades y las exigencias de la Constitución. No en vano el artículo 18 de la Carta Magna concluye diciendo que:

“Las cárceles de la Nación serán sanas y limpias, para seguridad y no para castigo de los reos detenidos en ellas, y toda medida que a pretexto de precaución conduzca a mortificarlos más allá de lo que aquélla exija, hará responsable al juez que la autorice”

La realidad indica exactamente lo contrario de la norma. Quien ingresa a una cárcel, salvo pocas excepciones, saldrá de ella sin chance alguna de integrarse a la sociedad.

Existen estudios que afirman que el nivel de reincidencia de los autores de violaciones es mucho mayor que el de otros delitos. Es preciso profundizar esa temática y encontrar soluciones adecuadas. Las normas en materia de libertad anticipada son también materia de controversia y necesitan ser debatidas en forma multidisciplinaria con seriedad, fundamento y sentido común.

Las gruesas falencias en materia de seguridad y control del crimen son, sin duda, otra faceta del problema y deben ser enfrentadas. La prevención es gravemente ineficiente. Las víctimas enfrentan duras dificultades para denunciar y raramente consiguen la protección adecuada.

“Tengo una tranquilidad rara, porque sé que Micaela nos va a seguir guiando. El dolor tiene que servir para cambiar la sociedad”

Nuevamente, el mensaje de la víctima transmitido por su padre puede guiarnos. No sería bueno que el horror, el dolor y la necesidad de encontrar respuestas nos lleven a la respuesta fácil que a nada conduce. No hay medidas mágicas ni sencillas para evitar estos crímenes siniestros. Sí mucho para hacer en cada uno de los aspectos del problema.

El tema de fondo, el que subyace y da sustento a la violencia contra la mujer y brinda justificación –o, cuando menos, suaviza- golpizas, violaciones y femicidios, sigue siendo la violencia machista. Sin un cambio cultural profundo no podremos resolverlo.

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