Voces

“Justicia por mano propia”: una expresión falaz y peligrosa que debemos revisar

El caso de un médico que mató a un ladrón que intentaba robarle el auto en el conurbano bonaerense despertó un gran debate sobre las consecuencias de la inseguridad y sobre las decisiones personales que surgen de una desesperante sensación de orfandad respecto de un Estado que debería cuidarnos y no lo hace. Pero la discusión parte de una frase que es contradictoria en sí misma.

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Hace años se confunde en los medios de comunicación la legítima defensa con la muy mal llamada “justicia por mano propia”. Digámoslo con énfasis: se trata de una expresión falaz, lamentable y absurda, pues quien actúa por su cuenta no busca ni puede encontrar justicia.

La frase transmite un mensaje contrario a los conceptos básicos del Estado de Derecho pero, además, sumamente peligroso. No lo decimos en base a un análisis formalista o técnico jurídico sino desde el más elemental sentido común.

Comencemos por aclarar que, en los casos de legítima defensa, acciones que podrían ser delito no lo son por las circunstancias en que se realizan. En el Código Penal Argentino el artículo 34 inciso 6º se refiere al que “obrare en defensa propia o de sus derechos” –y el inciso 7º a quien actúa en defensa de otro- siempre que exista una agresión ilegítima, el medio empleado para impedirla o repelerla haya sido racional y necesario y no haya existido una provocación suficiente del que se defiende”. Por eso no es punible, por ejemplo, el que rechaza a quien pretende ingresar o ya ingresó a su casa o departamento.

La legítima defensa no implica que alguien “tome en sus manos la justicia” sino, por el contrario, es una figura legal que garantiza no convertirse en un delincuente a quien se defiende dentro del marco de la Ley

No hay “mano propia” capaz de lograr justicia. La acción violenta, muy mal llamada “justicia por mano propia”, no es más que revancha o venganza mediante actos inevitablemente criminales.

Las palabras nunca son inocuas. Es preciso ir a fondo en el debate de un tema serio que nos afecta a todos. Vivimos en una sociedad donde cada día enfrentamos múltiples riesgos y la criminalidad es, sin duda, un problema significativo y muy preocupante.

Abordar la cuestión en una columna de opinión es imposible por razones de espacio. Por ejemplo, hay que analizar las diversas causas del aumento de la inseguridad para poder enfrentarlas e identificar la forma en que se organiza la actividad criminal, cómo canaliza y blanquea los resultados económicos del delito, cómo elude la acción de los organismos de Seguridad del Estado o los convierte en sus cómplices, qué sucede en los establecimientos penitenciarios y tantos otros aspectos que contribuyen definitivamente a crear o agravar el problema. Nos concentramos aquí en la importancia de repensar y erradicar una frase que es errónea en su origen.

Seguir hablando de “justicia por mano propia” es retroceder hacia lo peor de la historia de la humanidad. Es alimentar el regreso a la selva, al poder del más fuerte o más astuto o, sencillamente, del que mata primero

Lo más grave es que en un marco de barbarie siempre perderán los menos salvajes, los que quieren vivir en paz, y la inmensa mayoría que, por fortuna, se asume incapaz de matar a otro ser humano.

Es cierto que tenemos un problema serio a resolver y que debemos trabajar juntos para hacerlo. Tanto como lo es que contamos con una certeza: sin Estado de Derecho democrático, sin Ley, no habrá Justicia. No hay modo.

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