Andá a cantarle a Gardel: origen y significado de ésta y otras frases populares

Expertos lingüistas de Babbel analizaron el origen y significado de algunas de las frases más utilizadas en las conversaciones argentinas, aún en la actualidad.
hombre hablar

En nuestras conversaciones, muchas veces utilizamos frases que tienen su etimología tiempo atrás y de las cuales desconocemos su real significado o la historia que las originó. Hablamos de frases como “andá a cantarle a Gardel” por ejemplo.

Un equipo de lingüistas de Babbel, plataforma de aprendizaje de idiomas, analizó la procedencia y curiosidades de algunas de las expresiones más utilizadas cotidianamente por los argentinos con el fin de poder entender a qué nos referimos exactamente cuando recurrimos a ellas.

Andá a cantarle a Gardel

Conocer el origen y significado de las frases que utilizamos en nuestras conversaciones no solo añade saber a nuestro entendimiento del lenguaje, sino que también enriquece nuestra capacidad de comunicarnos de manera efectiva. Detrás de cada una de esas expresiones hay una historia inesperada que nos remite a una herencia y una tradición, lo que nos permite conocer y comprender más sobre la cultura e idiosincrasia de un país.

A continuación, se presenta una selección de las frases más utilizadas hoy en día y su historia:

  • Ir a los caños”: A fines del siglo XIX comenzaron a instalarse en la ciudad de Buenos Aires – donde hoy se encuentra Puerto Madero – las cañerías que servían como desagües cloacales. Una gran cantidad de enormes caños fabricados en Europa estuvieron a la intemperie durante mucho tiempo mientras, a pico y pala, se cavaban las zanjas que los contendrían. Esos caños fueron ocupados precariamente por gente carente de viviendas, de ahí la vieja frase de ir a vivir a los caños. La fábrica francesa que los proveía se llamaba A-Torrent, por lo cual sus habitantes – indigentes – tenían el apodo de “atorrantes”.
  • Andá a cantarle a Gardel”: Carlos Gardel murió el 24 de junio de 1935 cuando el avión en el que viajaba desde Medellín, para una gira por Centroamérica, se estrelló al despegar. Sus restos fueron enterrados en Argentina, en un mausoleo en su honor en el Panteón de los Artistas en el Cementerio de La Chacarita.

El mausoleo de Gardel, aún hoy objeto de veneración popular, se convirtió con el tiempo en un reducto de cantores aficionados e imitadores que le rinden homenaje interpretando sus más grandes éxitos.

De ahí el origen de la frase “Andá a cantarle a Gardel” que los argentinos utilizan para amonestar a los arrogantes, para manifestar incredulidad o para alejar a los que intentan embaucarlos.

  • Tirar manteca al techo“: La frase “tirar manteca al techo” surgió a mediados del siglo XX. En ese momento, los argentinos acaudalados solían viajar a Europa de vacaciones por varios meses. Fue en esa época cuando el argentino Martín Máximo Alzaga Unzué y sus amigos jugaban a “embocar manteca” en el techo de los bares de París.

Los jóvenes de la alta sociedad argentina adoptaron esta costumbre en nuestro país hasta que la volvieron popular en los bares y restaurantes de Buenos Aires. Sin embargo, era un juego que solo practicaban “los niños bien”, porque eran quienes podían pagar la cuenta. Por lo que la frase se comenzó a utilizar para referirse a las personas que poseen mucho dinero y les sobra como para “tirar manteca al techo”.

  • No dar bola”: En una mesa de billar la parte más valorada siempre fue el paño, es decir, la tela que cubre su parte superior. A principios del siglo XX no se les “daba bola”, en otras palabras, no se les permitía jugar, a quienes no sabían hacerlo, generalmente jóvenes sin experiencia que por primera vez se acercaban a los cafés que tenían mesas de billar.
  • Los propietarios de esos establecimientos temían que, durante el juego, rompiesen el paño de un tacazo, una vidriera u otro objeto por la violencia con la que le pegaban a las bolas.
  • Echarse un polvo”: En Europa, en los siglos XVIII y XIX, los burgueses y aristócratas solían aspirar polvo de tabaco, al que llamaban rapé. Esto les provocaba molestos estornudos, por lo cual era común, durante las fiestas y reuniones, disculparse con los presentes para llevar a cabo esa práctica en otro cuarto o lugar. La frase adquiere su significado actual cuando se comienzan a aprovechar “esas licencias o escapadas” para mantener fugaces encuentros sexuales con amantes ocasionales. “Permiso, nos vamos a echar un polvo” era la disculpa habitual de parte de quienes necesitaban ausentarse.
  • Agarrate Catalina”: Catalina era una trapecista que formaba parte de un circo que recorría los barrios de Buenos Aires en la década de 1940. Su bisabuela, su abuela y también su madre habían sido trapecistas, y todas murieron en accidentes de trapecio. Por lo que era común que al comenzar su número, alguien siempre le gritara “Agarrate bien, Catalina”, frase que con el tiempo se transformó en “Agarrate Catalina”.

Una segunda versión adjudica esta frase al famoso jockey uruguayo Irineo Leguisamo, inmortalizado por Carlos Gardel en el tango “Leguisamo solo”, quien solía montar una yegua llamada Catalina y a quien el jockey le decía antes de cada carrera: “Agarrate Catalina, que vamos a galopar”.

De una u otra forma, este dicho aún hoy se utiliza para advertir a alguien sobre una situación peligrosa o difícil que exige coraje para afrontarla

  • No quiere más Lola”: Se usa esta frase para referirse a una persona que abandona un objetivo por cansancio, por agobio o simplemente porque cree que no puede alcanzarlo. También se emplea para hablar de quienes se encuentran al borde de la muerte.

La expresión argentina se deriva del nombre de una famosa galletita fabricada por la empresa Bagley a principios del siglo XX. Este producto, considerado saludable por los médicos debido a sus ingredientes de alta calidad y la falta de agregados artificiales, era recomendado a pacientes y formaba parte de la dieta de enfermos en los hospitales. Por lo tanto, cuando alguien agonizaba, se utilizaba esta expresión para insinuar que estaba entregado o que ya no tenía esperanzas de vida. Desde hace ya muchos años, esta frase también se aplica a las máquinas que dejan de funcionar y no tienen arreglo posible.