La idea de hacer un nuevo estadio no va a prosperar, al menos por estos días. Por lo tanto, la dirigencia boquense apunto los cañones a un objetivo un poco más alcanzable: que más hinchas xeneizes vayan a ver a su equipo sin la necesidad de jubilar a la Bombonera, ni de embarcarse en la fuerte inversión que implicaría construir un estadio nuevo.
Descartada la utopía de comprar las dos medias manzanas que se ubican detrás de los palcos nuevos, sobre Del Valle Iberlucea, Daniel Angelici y el resto de la cúpula xeneize se reunió con el arquitecto esloveno Tomaz Carmernik, el ingeniero Carlos Vallet y el integrante del departamento de fútbol e ideólogo del proyecto Fabián Fiori y escucharon la que parece ser la única propuesta viable.
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La mejora del diseño original, que anticipó BuenaVibra en abril de 2016, fue presentada en la Embajada de Eslovenia en Buenos Aires y tuvo una aceptación unánime de los directivos y allegados que asistieron a las tres Jornadas Laborales Informativas realizadas.
En las reuniones, de las que también participaron las agrupaciones del club, se proyectaron animaciones en 3D, imágenes inéditas de la inauguración de la Bombonera y se mostró la maqueta del proyecto.
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La idea del arquitecto europeo sería cerrar el tercer anillo tirando abajo la característica zona de palcos, evitando así tener que comprar las dos manzanas de baldíos aledañas al estadio. El problema de esta propuesta es que la obra contemplaría una ampliación aproximada de 15.000 personas, mientras que la idea de los dirigentes del club era la de duplicar la capacidad.
De esta manera la obra se reduciría a construir tres tribunas con capacidad total de 15.000 personas respetando el diseño original de Sulcic, reemplazando el sector inaugurado en 1996, y comprando sólo la primera línea de casas (19 lotes – 48 propietarios) sobre Del Valle Iberlucea, que estarían dispuestos a vender.
Además se generaría un nuevo paseo turístico comercial sobre la calle Del Valle Iberlucea, uniendo la Usina del Arte, el puente transbordador y Caminito. Durante la obra, que demandaría 12 meses, Boca podría seguir jugando de local y se les daría a quienes hoy tienen los palcos espacios provisorios.