Gueorgui Ivanovich Gurdjieff fue un filósofo, un maestro espiritual, un místico y una de las figuras más enigmáticas de la primera mitad del siglo 20. Nació un 28 de diciembre aunque no se sabe precisamente de que año, seguramente entre 1873 y 1877 en Alexandropol (en la actualidad, la ciudad de Gumri en Armenia) en el seno de una familia griega-armenia.
Impulsado por una “aspiración insaciable de entender el significado preciso del proceso de la vida de todas las criaturas de la Tierra que respiran y, sobre todo, el objetivo de la vida humana”, Gurdjieff, junto con un grupo de socios de ideas afines, quienes se autodenominaban “buscadores de la verdad”, viajaron por Oriente en busca de conocimiento antiguos. Gurdjieff menciona el Tíbet, Persia oriental y Mongolia Exterior como los lugares donde obtuvo muchos conocimientos.
Gurdjieff apareció en Rusia en algún momento entre 1911 y 1913. Desde Moscú propuso una enseñanza desconocida, una enseñanza que no era ni una religión, ni una filosofía, sino una práctica de vida. Llamó a esta enseñanza “El Cuarto Camino”, una doctrina metafísica, que busca servir como un método para “despertar la conciencia”. En contraste con los otros tres caminos: el del faquir, el monje y el yogui, el cuarto camino no exige que uno se retire del mundo ni que abandone todo aquello por lo que ha vivido hasta el momento.
Es un camino en la vida, en el que – poco a poco, ya que no se puede hacer todo a la vez – todo tiene que ser cuestionado – creencias, suposiciones, actitudes, todos las opiniones y los diferents puntos de vista sobre la vida del hombre en la Tierra.
“Cada uno de ustedes es un ejemplo no muy interesante de un autómata animado. Piensan que se necesita un ‘alma’ y hasta un ‘espíritu’ para hacer lo que hacen y vivir como viven. Pero quizá baste con tener una llave para darle cuerda a sus mecanismos. Sus diarias porciones de alimento los ayudan a darse cuerda y a renovar una y otra vez las cabriolas sin propósito de sus asociaciones […] pero omitimos hablar sobre nosotros mismos y sobre nuestro propio y verdadero valor objetivo, porque estamos todos convencidos de que si algo hace falta, lo podemos adquirir”.
El 29 de octubre de 1949, en el registro del Hospital Americano de París dejan constancia que acaba de morir un hombre caucásico griego llamado Gueorgui Ivanovich Gurdjieff. Unas noches más tarde en la Cooper Union, Nueva York, en una ceremonia de entrega de una medalla al genial arquitecto Frank Lloyd Wright el homenajeado pidió permiso al presidente para hacer un anuncio. “El hombre más grande del mundo ha muerto recientemente. Su nombre era Gurdjieff.” Pocos, quizás ninguno en la audiencia de Wright habían oído nunca ese nombre antes, lo cual es bastante comprensible; Gurdjieff evitó a la prensa y logró la mayor parte del tiempo impedir la entrada de los medios a su vida.
Muchos años después, el artista chileno Alejandro Jodorowsky, fuertemente influenciado por la filosofía de Gurdjieff, detalló en su libro El Maestro y las magas una serie de consejos que el filósofo armenio dedicó a su hija.
1.- Fija tu atención en ti misma; se consciente a cada instante de lo que piensas, sientes, deseas y haces.
2.- Termina siempre lo que comenzaste.
3.- Haz lo que estás haciendo, lo mejor posible.
4- Desarrolla tu generosidad sin testigos
5.- Aprende a recibir y agradece cada don
6.- No te autodefinas.
7.- No mientas, ni robes pues al hacerlo te mientes y robas a ti mismo.
8.- Haz planes de trabajo y cúmplelos.
9.- No ocupes demasiado espacio.
10.- Si no la tienes, imita la fe.
11.- No te dejes impresionar por personalidades fuertes.
12.- Reparte equitativamente.
13.- Come y duerme lo estrictamente necesario.
14.- No establezcas amistades inútiles.
15.- No sigas modas.
16.- Respeta los contratos que has firmado.
17.- No envidies los bienes o los éxitos del prójimo.
18.- Habla sólo lo necesario.
19.- Nunca amenaces.
20.- Cumple tus promesas.
21.- No te alabes ni te insultes.
22.- No te quejes.
23.- Paga los servicios que te dan.
24.- No hagas propaganda de tus obras o ideas.
25.- No contraigas deudas, adquiere y paga en seguida.
26.- Si ofendes a alguien, pide perdón y si lo has ofendido en público, discúlpate en público.
27.- No te adornes con ideas ajenas.
28.- Acepta que nada es tuyo.
29.- Cuando te pregunten tu opinión sobre algo o alguien, di sólo sus cualidades.
30.- Cuando te enfermes, en lugar de odiar ese mal, considéralo un maestro.
31.- En el lugar en el que habites, consagra siempre un sitio a lo sagrado.
32.- Cuando realices un servicio, no resaltes tus esfuerzos.
33.- Si decides trabajar para los otros, hazlo con placer.
34.- No te jactes de aventuras amorosas.
35.- No te vanaglories de tus debilidades.
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