Es verdad que los vaivenes en algunos campos de la ciencia confunden y uno ya no sabe a quién hacerle caso. Pero mientras en algunos temas las opiniones encontradas de los especialistas no alteran nuestra vida cotidiana al menos en lo inmediato, en otros temas lo que está en juego es nuestra salud, y ahí debemos andar con cautela, como por ejemplo en el caso de las alergias.
En la década de 1970 las alergias a los alimentos eran escasas. Pero hoy las cosas han cambiado en todo el mundo, de la mano según opinan los especialistas, de los modos de producción menos orgánicos.
Merryn Netting, investigadora posdoctoral y profesora de la Universidad de Adelaida en Australia y Katie Allen, médica pediatra especializada en gastroenterología infantil y alergias son algunas de las personas que están discutiendo premisas históricas en este campo y planteando algunas modificaciones.
Cuentan las científicas que las alergias alimentarias más comunes son debido a nueve de las principales proteínas de los alimentos: leche de vaca, soja, huevo, trigo, maní y frutos secos, sésamo, pescado y mariscos.
Las provocadas por huevo y maní son las más comunes en los bebés y niños pequeños.
Ellas explican que por ejemplo en Australia, hasta uno de cada 10 bebés y dos de cada 10 niños en edad escolar tienen una alergia alimentaria comprobada. En ese mismo país durante los 14 años anteriores a 2012, hubo un aumento del 50 por ciento en las visitas al hospital por anafilaxis, la reacción alérgica más grave. Los bebés y niños representaron la mayor parte de este incremento.
Ya desde el año 2008, una serie de proyectos de investigación, incluido el de estas dos especialistas, comenzó a cuestionar a los estudios más antiguos, a partir de los cuales se habían ajustado las dietas de los bebes. Según ellas, esas investigaciones no tenían en cuenta en sus resultados los antecedentes familiares de alergias.
Ahora, una nueva investigación publicada en la revista Journal of the American Medical Association (JAMA) muestra que la introducción temprana del huevo (de cuatro a seis meses) y los maníes (de cuatro a once meses) en la dieta de un bebe está vinculada a tasas más bajas de alergia a estos dos alimentos.
Los investigadores analizaron los resultados combinados de los ensayos que investigan si los alérgenos alimentarios en la dieta de los bebés pueden prevenir el desarrollo de alergias a estos alimentos. Ellos concluyeron que la introducción temprana de huevo o de maní en la alimentación les daba una “certeza moderada” de un menor riesgo de alergia. También encontraron que la introducción temprana de gluten (trigo) no estaba asociada a un mayor riesgo de enfermedad celíaca.
Los investigadores utilizaron el término “certeza moderada” porque la revisión se basa en una combinación de estudios con diferentes diseños y de calidad variable. Los autores también aclaran que aún queda mucho trabajo por hacer para entender mejor cuando es el momento óptimo para la introducción de los huevos y los maníes en la dieta.
El problema es que ha habido tantos cambios en las directrices en las últimas décadas que los padres ya no están seguros a quien creerle ni de lo que deben hacer.
De hecho, las actuales opiniones mayoritarias recomiendan evitar darles a los bebés ciertos alimentos como el huevo y maní. Estas directrices se basan en gran medida en los resultados de los ensayos realizados centrados en la madre durante el embarazo y tanto en la madre como en el bebé durante la lactancia.
“Sin embargo, a la luz de estos nuevos estudios, la introducción temprana de alimentos como el huevo y maní, en bebes de unos seis meses, parece protegerlos contra la alergia a estos mismos alimentos” comentan Merryng y Allen.
“Tengamos en cuenta -explican las especialistas australianas- que estas conclusiones se refieren a la prevención de las alergias a los alimentos, no a la gestión, que se mantiene sin cambios. Los niños con alergias a los alimentos deben seguir evitando esos alimentos.”
“Sabemos que la tendencia a desarrollar la enfermedad alérgica se hereda, pero los factores ambientales, incluyendo el microbioma, los niveles de vitamina D, los efectos de la migración, el número de hermanos y la exposición a las mascotas también parecen desempeñar un papel influyente” dicen las investigadoras. A partir de estos estudios, nuevos ensayos están investigando el papel que estos factores juegan en el desarrollo del riesgo de alergia a los alimentos.
Mientras tanto, los expertos coinciden parece que hay una ventana de oportunidad en el primer año de vida donde la exposición a alimentos como el maní y huevo disminuye el riesgo de alergia a estos alimentos. “La diversidad de la dieta sigue siendo una parte importante de una alimentación saludable” explican Merryng y Allen.
Obviamente, mientras tanto, la consulta al pediatra es el elemento más importante que tenemos los padres para seguir alimentando con confianza y tranquilidad a nuestros hijos.
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