Un estudio realizado entre 5.000 niños considerados intelectualmente talentosos ha entrado ahora en su 45º año, y los aspectos sobre la educación que se les dio a estos chicos están saliendo a la luz. Esto permitiría fomentar el talento y generar programas de enseñanza para resolver la educación las generaciones futuras, especialmente lo que se enseña en las escuelas.
“Nos guste o no, estas personas realmente serán quienes puedan dirigir nuestra sociedad”, dijo sobre los participantes Jonathan Wai, psicólogo en el Programa de Identificación de Talentos de la Universidad de Duke.” El 1 por ciento superior de los niños que tomaron la prueba tienden a convertirse en nuestros eminentes científicos y académicos, nuestros directores ejecutivos de Fortune 500 o son luego jueces federales, senadores y multimillonarios”.
Iniciado por Julian C. Stanley de la Universidad Johns Hopkins, el Estudio de Jóvenes Matemáticos Precoces (SMPY) fue puesto en marcha en marzo de 1972. Se eligieron en ese entonces a 450 jóvenes de entre 12 y 14 años de edad de la zona de Baltimore que demostraran tener ciertas condiciones de preeminencia intelectual sobre el resto de sus contemporáneos.
Como Tom Clynes explicó a la revista Nature, se convirtió en el primer “cazador de de talentos” académico, y cinco años más tarde, Stanley amplió el estudio para incluir a más niños. También en ese momento se decidió ampliar el período de seguimiento de estos muchachos, observandolos durante toda su vida, desde la escuela a la educación superior y luego durante el desarrollo de carrera y más allá aún.
“No sé de ningún otro estudio en el mundo que pueda otorgar un espectro tan amplio para saber exactamente cómo y por qué se desarrolla el talento” opina Christoph Perleth, un psicólogo de la Universidad de Rostock, en Alemania quien no forma parte del elenco de investigadores que lleva adelante el estudio pero lo que no e impide tener comentarios elogiosos sobre este trabajo .
Las deducciones y los conocimientos obtenidos a partir del estudio, que todavía está en curso, se han discutido en más de 400 artículos y varios libros en las últimas cuatro décadas.
Quizás el aspecto más sorprendente de los resultados obtenidos hasta ahora es que van en contra de la sabiduría convencional que puede una persona convertirse en un “experto” en algo – o por lo menos en alguien muy competente en un tema, siempre y cuando practique lo suficiente.
Otro estudio realizado este año encontró que cuando se trata de dominar un deporte, para algunas personas nada cambia por más que se pasen 10.000 horas practicándolo. La eterna duda sobre si los campeones se hacen o ya nacen parece ser que quedó zanjada.
Lo mismo parece que también se aplica para el éxito académico. Los resultados de SMPY sugieren que la capacidad cognitiva temprana es el factor más importante cuando se trata de rendimiento, superando a la práctica para desarrollar una capacidad y a factores ambientales tales como el estatus socioeconómico.
Eso puede ser bastante desalentador para los que no nacen con la capacidad cognitiva temprana, pero otro factor fue identificado como “causa fundamental” si se quiere fomentar la inteligencia en los niños. Se trata del famoso “nivelar para arriba” y no centrarse en los chicos que vienen más rezagados.
Es un poco controversial, pero el estudio encontró que los niños inteligentes podrían estar en desventaja en las comunidades que optan por centrarse en los niños con dificultades. En lugar de dejar a los estudiantes de alto rendimiento a sus propios arbitrios, los resultados sugieren que deberían ser alentados a avanzar grados si están a la altura, o darles acceso a los materiales de grado universitario.
Como Clynes explica: “En una comparación realizada entre niños que saltaron un grado y otro grupo de niños de similar inteligencia que no hicieron el avance de año sino que se quedaron con sus contemporaneos, los patrones indicaron que aquellos que avanzaron un año escolar tuvieron 60 por ciento más probabilidades de ganar doctorados o patentes y más del doble de probabilidades de obtener un doctorado”.
“Estos niños a menudo no necesitan nada innovador o novedoso”, dice el psicólogo David Lubinski de la Universidad de Vanderbilt, que ayudó a ejecutar el estudio después del retiro de Stanley en 1998. “Sólo necesitan un acceso más rápido a lo que ya está disponible para los niños más grandes.”
Mientras que el estudio hizo hincapié en la necesidad de identificar a los niños inteligentes desde el principio y darles la misma atención que los que tienen que luchar para mantener el ritmo, la investigación independiente sostiene que la forma en que se identifican a los jóvenes como “dotados” o “no tan aptos” no es exactamente “inteligente”.
“Con tanto énfasis puesto en la predicción para saber quienes son los pertenecen al estrato superior, se corre el riesgo de desatender a los muchos niños que no son detectados por estas pruebas,” dijo Dona Matthews, un psicólogo del desarrollo en Canadá que no participó en el estudio.
“A los niños que se ponen a prueba no les hacen ningún favor al llamarlos “superdotado” o “sin dotes”. Esto realmente puede minar la motivación del niño para aprender. ”
Quien quiera seguir seguir el progreso del estudio SMPY, y los artículos revisados por pares que han resultado de ello, puede hacerlo aquí.
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