La Sociedad Argentina de Pediatría hizo un Informe sobre el estado emocional de niños y adolescentes después de 40 días de encierro que es importante atender y conversar en familia. Según sus datos, se están observando en los más pequeños distintas inhibiciones y regresiones. “El quiebre de lo cotidiano, lo conocido y los hábitos más básicos desestructuran el entramado social“, destacan y piden la colaboración de los padres, maestros y pediatras.
Hace más de un mes que nos encontramos cumpliendo el aislamiento social preventivo y obligatorio. Y, en este período, se observan en los niños muchos “síntomas” que es importante atender.
Todos los que por una u otra razón estamos en contacto directo o virtual con niños y adolescentes, ya sea padres, madres, docentes o profesionales de distintas especialidades, estamos observando diferentes manifestaciones:
La situación actual confronta a una gran incertidumbre y no hay respuestas.
Hubo un quiebre de lo cotidiano, lo conocido, los hábitos más básicos, el entramado social se desarticuló. Todos estos cambios desestructuran y pueden producir distintas inhibiciones: en la acción, en lo emocional, en el estudio, etc.
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La pulsión de muerte ronda permanentemente por las noticias y los comentarios constantes, se resignifican pérdidas anteriores y se temen pérdidas futuras. Aparecen miedos nuevos o que ya se habían superado, pesadillas y trastornos del sueño como una manera de depositar y tramitar allí la angustia que se vive.
Los más pequeños se sienten más seguros por tener cerca a su familia pero los adolescentes padecen el encierro, no tienen posibilidad de experimentar la tan ansiada independencia y no pueden recurrir a sus grupos de pertenencia, lo que genera malestar, ansiedad y confrontaciones.
El tema de la escolaridad virtual es muy complejo y genera toda una gama de situaciones y conflictos. No hubo posibilidad de generar vínculos con los docentes por el escaso tiempo que los chicas concurrieron al colegio.
Es muy difícil generar situaciones de aprendizaje porque falta un encuadre que sostenga la actividad, padres y madres que, además de hacer su trabajo, deben asumir el rol de maestros, hay que turnarse para usar la computadora (cuando se tiene la suerte de contar con al menos una), los hermanos menores corretean alrededor. En definitiva, las distracciones están presentes permanentemente.
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El rol social de la escuela queda suspendido en un intento de sustituir las relaciones y vínculos afectivos a través de la virtualidad.
La falta de actividad física y libertad de movimientos se expresan con fastidio y malhumor.
Un sector a tener especialmente en cuenta lo conforman los hijos de médicos, ellos sufren particularmente por el alto riesgo al que se exponen todos los días sus madres y padres.
Sería conveniente que los adultos responsables de los niños y adolescentes tuvieran en cuenta algunas cuestiones elementales:
Nuestros niños y adolescentes agradecerán que, quienes somos responsables por su bienestar, hagamos lo necesario para que transitemos y salgamos de esta crisis con el menor daño posible, respetándolos, escuchándolos y acompañándolos.
Comité de Familia y Salud Mental de la Sociedad Argentina de Pediatría.
Abril 2020
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